Un regalo de amor Vs Un castigo asqueroso

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¡Malditos ! Si no se escapaba de inmediato, lo iban a agarrar y a meterlo a fundirse a la cárcel para siempre, eso si zafaba de la pena de muerte.

No podía esperar recibir el mismo trato que Marc, pues seguramente saldrían a la luz muchos más delitos aparte de la autoría intelectual del asesinato del mocoso aquel, agravado por las amenazas contra Bartray la premeditación y alevosía al envenenar a ese pequeño pedazo de basura.

No, no podían atraparlo. Si lo hacían, podían sumarle a los cargos varias estafas privadas, otras al estado a través del hospital, abusos de poder, delito de lesiones de todo tipo de intensidad, acoso laboral, tortura, narcotráfico, tráfico de órganos... ¡No!

Debía pensar en algo sobresaliente, en un lugar en el que no fueran a buscarlo en el futuro inmediato para poder reunir todos sus mal habidos fondos y enviarlos a un lugar seguro donde luego pudiera aprovecharlos.

¡Ya! La idea era simplemente admirable.

En el propio hospital nadie lo buscaría, mucho menos si cerraban su oficina y otras dependencias para evitar que las pruebas que podrían condenarlo fueran contaminadas. Con suerte tal vez aún podría recuperar el disco duro que contenía el material del sistema de cámaras que tenía instalado por el hospital, especialmente en la zona reservada. Además de eliminar el registro audiovisual de sus maléficas prácticas al llevárselo, sería un material que disfrutaría viendo mientras podía conseguir el suficiente poder para volver a las andadas.

Sí, regresar era la mejor idea y estaba pensando en el sitio preciso donde refugiarse mientras esperaba que no hubiera moros en la costa... ¡La Morgue!

***

- ¡Dios, Marc!

- ¿Sí?

Él la miraba con expresión inocente, aunque estaba segura de que sabía perfectamente a qué se refería.

Una vez que se habían dado cuenta que estaban a solas y fuera de peligro, aunque ella le recordó que no debería estar haciendo fuerzas, Marc la había tomado igualmente en brazos para acomodarse juntos en el cuarto donde había estado descansando antes, ella recostada y él sentado a su lado, observándola intensamente.

De pronto llevó una mano a su barbilla, acariciándola suavemente antes de recorrer con el pulgar el contorno de su boca. Además del profundo amor que reflejaba su mirada, sus ojos verdes, tan cálidos y acogedores, estaban llenos de contenida pasión.

- ¿Me permites?

- Amor, no hay nada que desee más...

Verlo sonreír era hermoso, más aún cuando por fin podía tenerlo tan cerca que su aliento le generó escalofríos al recorrerle la garganta, donde depositó lentos de pequeños besos, subiendo por el costado para cubrir el lóbulo de su oreja hasta llegar al nacimiento del cabello en su sien, dejándole allí un exquisito beso más, dulce y tierno, arrancándole un suspiro.

No conforme con ello, con sus manos y sus labios recorrió todo su rostro, pasando por su barbilla, su frente, sus mejillas, sus cejas y pestañas, la pequeña hendidura sobre el labio superior, la nariz y, finalmente, volviendo a su boca, partiendo por presionar despacito con la lengua en la comisura, recorriendo todo el canal entre sus labios hasta llegar con ella a la otra comisura, dejándola fantasear con ese y otros senderos que deseaba que él recorriera así.

- ¡Eres tan hermosa! Mi amada salvadora...

- ¡Gracias a Dios, Marc! No podría vivir y ser feliz a la vez sin ti.

- No tienes por qué hacerlo. Soy y seré para siempre tuyo, Xime.

Marc se recostó a su lado, abriendo sus brazos para que ella se acomodara entre ellos, lo que Ximena hizo y más, siendo ella ahora quien atrapaba el sensual labio inferior de Marc para presionarlo y saborearlo, sonriéndole antes de sacar su teléfono del bolsillo y enviar un mensaje ante la mirada inquisitiva de él, recibiendo inmediata respuesta que la hizo sonreír, apretándose más contra el cuerpo duro y fuerte de su ángel guardián.

El cielo está en tus ojos Marc BartraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora