- Noto por el olor que has estado ocupado mientras yo me dedicaba a cuidar de Ximena, lo que no suena muy considerado de tu parte, ¿no lo crees así?- el tipo sonreía, sin embargo era claro que no había conseguido demasiados avances, o su jactancia y aspavientos serían insoportables, ¡bien por Ximena!- Bueno, volviendo a lo nuestro, mi pequeño regalo, además de irritante, adopta un feo aroma al mezclarse con fluidos orgánicos y por la concentración de fetidez, yo diría que no solo sudaste, ¿estoy en lo correcto, colega? Veamos esas muñecas heridas...Ramos volvió a ponerse guantes, esta vez cuidando de ni siquiera topar con el borde de las mangas aquella sustancia ya apestosa producto del sudor y la sangre, quitándole a Marc los vendajes de las muñecas.
Horas antes, al apretar para intensificar el ardor, presumía que se había mojado apenas con el antes inodoro químico, percibiendo en el restaurante un leve aroma a putrefacción, característico de la sustancia reaccionando, cuando había sudado al casi delatarse con la custodia de Marc.
Tal como lo esperaba, encontró que la piel de las articulaciones estaba llagada en unos sectores y directamente herida en otros, clara señal del intenso suplicio que habría acompañado a aquel resultado, por mucho que Bartra escasamente hubiera conseguido moverse.
- Muy mal, camarada, ¿no lo crees así? Deberías cuidar de tus manos, Marc, en especial de las muñecas, que te dan tu tan preciada habilidad para la reconstrucción ósea... No sé si a este paso vas a mantener por mucho tiempo tu muy alabada motricidad fina.
¡Maldito! Encima de todo, pretendía hacerle saber que entre sus planes estaba el imposibilitarlo en su especialidad, aquel don que en principio lo había puesto como un obstáculo en los objetivos que Ramos se había fijado, haciéndolo blanco de todo su resentimiento y maldad.
¡Como si su talento y generosidad fueran una falta aborrecible y no algo bueno!
Por más difícil que le resultara tratar de entender y anticiparse a los movimientos de alguien con una mente así de macabra y retorcida, era hora de comenzar a hacerlo si pretendía al menos poner a salvo a Ximena, al religioso y a su padre.
En un punto entre la desesperación y la furia, consiguió empuñar las manos y tensar la mayoría de sus músculos, lo que le generó una mezcla de dolor en las zonas afectadas por los disparos, pero también de cierta liberación al volver a ser en parte dueño de su cuerpo y sus acciones.
Tragando como pudo un poco de saliva para humedecer su garganta, intentó hablar, consiguiendo emitir, aunque muy bajo, una palabra que le heló la sangre al desgraciado.
- Vas a pagar...
El aludido lo miraba impactado. Sin duda no se esperaba que pudiera hablar tan pronto, tomando en cuenta las fuertes dosis de relajantes musculares que le había administrado.
Hacerse el valiente y dar rienda suelta a su sadismo con alguien débil era una cosa, pero otra muy distinta sería enfrentarse con un Marc al cien porciento, con todas sus capacidades al máximo, más aún con lo mucho que la vida ardua en prisión lo había fortalecido en esos años.
Pese a que siempre había repudiado la violencia física, por más gentil y pacífico que fuera su carácter, por primera vez sentía verdaderas ganas de moler al miserable infeliz de Ramos a golpes. Y lo habría intentado incluso teniendo que arrancar a tirones las barandillas metálicas de la cama de sus soportes, si no fuera porque el muy cobarde no tuvo valor siquiera de medir sus capacidades en aquella ventajosa situación, prefiriendo devolverlo químicamente a la inconsciencia.
Ramos estaba fuera de si, debiendo resignarse a dormir a Marc, rindiendo con ello sus propósitos de torturarlo mentalmente con los detalles de la cena ante el temor de que consiguiera liberarse y atacarlo.
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El cielo está en tus ojos Marc Bartra
FanficLa mirada es la ventana del alma y lo que se puede ver es mucho dolor Nueva versión de Amor Cautivo