En los últimos meses incluso sus amigos del hospital comenzaron a visitarlo al saber de él por sus pacientes.Durante todo ese tiempo se corrió el rumor de la inocencia de Marc, pero el no afirmó ni desmintió nada. Se contentaba con ayudar en lo que podía y cuando no estaba trabajando en la enfermería, participaba en algún partido o se dedicaba a correr, a leer o a dibujar.
Sí, el tiempo pasaba lentamente en la prisión, pero era tolerable.
Por esos días, el servicio de oficiales administrativos penitenciarios creó un nuevo plan para las cárceles de la zona con novedosas reformas administrativas.
A contar de la siguiente semana, tendría un nuevo director.
- ¡Guardia!
- A su orden.
- Quiero que me traiga los expedientes de los tres reos con condenas más largas y que los prepare para inspección completa de sanidad. Esta oficina es un caos y mi plan es poner todo en orden, especialmente a los reclusos.
- Como usted disponga.
El guardia cumplió lo que se le había encomendado y uno a uno fueron inspeccionados aquellos presidiarios.
Precisamente el tercero era Marc.
- Con que este reo es doctor... !Que espantoso crimen! ¿Quién lo diría con esa cara? A éste tráigalo firmemente esposado de manos y pies.
- Pero el Doc es muy buena persona y no dañaría ni a una mosca...
- ¿Y usted piensa que le dan cadena perpetua a las buenas personas? No sea crédulo y haga lo que le he dicho.
Sin decir más, el guardia bajó al patio en busca de Marc. El estaba en un rincón, dibujando tranquilamente, como siempre.
- ¿Qué sucede, Mike?
- Doc, prepárate para inspección completa. Te veré en tu celda en cinco minutos.
Marc se dirigió a su celda, guardó sus cosas y se lavó bien la cara y las manos. Se estaba peinando cuando Mike entró con dos pares de gruesas esposas.
- ¡¿Esposas?! -¿Por qué? Llevaba años sin usarlas- ¿Hice algo malo?
- No, amigo, son órdenes de arriba. Por tu expediente se te considera alguien muy peligroso. Ten, ponte éstas,-el guardia le arrojó un par de muñequeras de tela afelpada y elástica- Usalas bajo las esposas. No queremos que tus manos mágicas se dañen, ¿verdad?
- Gracias.
Mike lo condujo lo más lentamente que pudo a la sala de inspección. Allí le quitó las esposas de las manos y sujetó una de las que se cerraban en torno a sus tobillos a una argolla dispuesta para ello en el suelo, dejándolo de pié en medio del cuarto con aquel enorme espejo.
- Muy bien, señor Bartra, quitarse la playera y empecemos.
Marc se quedó inmóvil por unos instantes. El nuevo director no era él, sino ella. Inmediatamente se quitó la camisa y alzó los brazos girando lentamente para ser inspeccionado.
Aquellos años en la cárcel habían desarrollado mucho más su cuerpo. Ya no se veía solo como un joven apuesto, sino como un hombre muy atractivo y viril.
- De acuerdo, señor Bartra, los pantalones.
Era extraño como ahora se le hacía imposible responder a la sencilla orden de terminar de desnudarse que tantas veces antes había obedecido sólo porque era la voz de una mujer, una voz que lo había hecho sentir cierta tirantez a nivel de la ingle, la que se lo encomendaba. Pero allí estaba, casi paralizado, con el corazón latiéndole a mil.
- Señor Bartra, por favor, si fuera
tan amable, -no era bueno cuando un oficial pedía algo con tanta cortesía- no tengo todo el día...- Yo... lo siento. -él cumplió la orden y se mantuvo con los ojos cerrados y las mejillas encendidas durante la inspección- Es que...
- Señor Bartra, comprendo que se sienta cohibido porque yo soy mujer, pero le diré que ésta no es la primera vez que veo a un hombre desnudo y ciertamente es la primera de muchas veces en que lo veré desnudo a usted, así que, por favor, la próxima vez facilítese las cosas usted mismo y a mi cumpliendo rápidamente las ordenes que le dé, ¿escuchó?
- Sí, señora. Discúlpeme.
- Muy bien, vístase y espere allí al guardia que lo llevará a su celda.
Aunque la llegada de una mujer como
encargada del penal era tema de todos los días, salvo por movimientos de muebles y algunos cambios de celda, por el momento las cosas permanecían normales y así transcurrió el resto de la semana.El Lunes se realizaría un acto para presentar oficialmente a la nueva directora del penal. La noche anterior a eso, al llegar a su casa, las amigas de
Ximena le tenían preparada una celebración sorpresa por su ascenso.- Gracias a todas por venir.
- ¿Cómo no ofrecerte una fiestecita por tu promoción?
- Pero cuéntanos, ¿hay algo de real interés allí a la sombra?
- Bueno, ya saben, es un trabajo...
- ¡No! Más bien me refiero a alguien de interés... ¿Algún guardia apuesto? O... tal vez, ¿un guapo criminal?
Aquella pregunta hizo que una sola nítida imagen se le viniera a la cabeza...
La inspección completa de cierto despiadado asesino de niños y narcotraficante. Marc Bartra, con su metro ochenta y tres, sus músculos marcados de forma elegante por todo su bien proporcionado cuerpo, en especial, sus maravillosos abdominales y su hermosa piel, adornada lo justo de tatuajes, con aquel cabello negro algo rebelde que invitaba a enredarlo entre los dedos para impedir que se moviera y saborear esos labios llenos que... ¡Mierda! Esa espalda, esas piernas, ¡ese trasero! ¡Ufff! Pero en especial, su rostro y mirada angelicales, capaces de calar hasta el alma, que engañarían al más cauto, ocultando de forma casi perfecta un insano nivel de perversión y maldad. Todo en él era impresionante, para bien y para mal.
- Te quedaste callada... Eso quiere decir que es de los chicos malos...
- Miren, hay un tipo... En verdad es muy atractivo y sin saberlo se podría pensar que es un hombre bueno, incluso algo tímido. Es, o más bien fue un exitoso médico. Ustedes deben haber oído de él. Se llama Marc ... Marc Bartra y fue condenado a presidio perpetuo hace unos cinco años por "rellenar" el cuerpo de su víctima de ocho años con cocaína.
- Ahhh, sí, lo recuerdo. Bonito bombón, aunque contenga veneno. Con las manos bien amarradas podría igualmente ser sumamente útil...
- Mmm, sí, lo mostraron muchísimo en la televisión... tiene una carita de niño bueno que llega a dar escalofríos pensar en lo que escondía... Cuidado, seguramente su arma más peligrosa no son las manos, ¿o no, Xime?
- Aunque así sea, te apuesto a que está "bien armado" de otros sitios, además de ser tan guapo...
- Tiene un cuerpo espléndido, mucho mejor ahora que en ese entonces... Está, lo que diríamos, más hombre. –el hecho de estarle dando tanta importancia a aquel macabro asesino comenzaba a molestarla- Sí, es un bello desgraciado y por ello le haré pagar como corresponde por sus crímenes... Que sufra, se lo tiene bien merecido.
- Amiga, ¿acaso pretendes torturarlo? De una forma interesante, me refiero... ¿Tiene derecho a visitas conyugales?
- Cuidado, Xime, no te vayas a encaprichar con él. Si le tomas tanto asunto, engañándote a ti misma con un falso sentido de justicia, terminará gustándote. Eso o puede que cometas una injusticia.
- ¡Imposible! No siento más que asco por aquel asesino a sangre fría.
- Como tú digas, amiga...
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El cielo está en tus ojos Marc Bartra
FanficLa mirada es la ventana del alma y lo que se puede ver es mucho dolor Nueva versión de Amor Cautivo