Era el momento de aprovechar, ya que si todo iba bien, sería la última oportunidad para martirizarlo antes de deshacerse de él de una buena vez y para siempre, acabando con los peligros de que lo delatara.
Habría que elegir la clase de tortura física que no dejara marcas, por lo que haría uso de toda la experiencia previa que había conseguido desde que convirtió la zona reservada en su sitio de caza.
Algo que disfrutaría de forma casi orgásmica sería producirle dolor en sitios exageradamente sensibles para un hombre, tanto física como moralmente. Después de todo, como también era dueño de manipular su posterior autopsia, nadie repararía en el extraño e incongruente daño que presentarían aquellas zonas.
Por un segundo lamentó el ser tan exageradamente lascivo con el sexo femenino, ya que podría haber sido instrumento de la mayor humillación para un tipo heterosexual, sin embargo podía utilizar químicos y algún objeto que... ¡Luego! Ahora tenía que ponerse manos a la obra.
Ocultando con enormes esfuerzos su desquiciada satisfacción, decidió salir en busca de alguno de los palos blancos que tenía al momento de maquinar sus estafas para que se hiciera pasar por neurólogo, ya que evidentemente el médico de turno reconocería de inmediato los fallos de la maquinaria, echándolo todo a perder.
- De acuerdo. Aunque no puedo asegurarte de que consiga venir de inmediato, iré yo mismo a solucionarlo para que estés más tranquila, ¿bueno?
- ¡No tienes idea de lo mucho que voy a agradecértelo!
- Seamos optimistas igualmente, ¿sí?
- Lo soy, sin embargo no quiero retener a Marc aquí sufriendo. No podría perdonarme ese egoísmo...
- Es lo mejor... -¡ufff, un pegajoso abrazo más!- ...eres una mujer admirable.
- Te espero entonces.
- Sí.
Ximena se había dado por vencida. Si no conseguía reaccionar y que ella se diera cuenta antes de que Ramos volviera, todo estaría perdido. Lógicamente el muy desgraciado conseguiría quien le hiciera el cuento.
Tras ello sabía que Ximena convencería a su padre para que lo "desconectaran", queriendo evitarle sufrimiento. Sentía una sensación tan profunda de pena y terror ante el daño que pudieran sufrir sus seres queridos tras lo inevitable, que no lograba concentrarse y poner sus energías en hacer algún movimiento o algo que demostrara que no se había convertido en un mero cuerpo sin alma.
Y encima ella había acompañado a Ramos fuera del pasillo, dejándolo solo. Más solo que nunca. Aún más...
- ¡¿Qué pasa con las manos de Marc?!
- El demonio blanco...
- ¿Demonio blanco?
- Sí.
- ¿Qué significa?
- Quiere destruir al ángel.
- No entiendo, ¿quiénes son? –
Ximena vio que la mujer sufría de esquizofrenia y paranoia, sintiendo como un peso frío aplastándola. Aquella mujer estaba mal de la cabeza y ella se había imaginado que... No, era imposible. Había dejado que su mente le jugara una mala pasada a causa de su necesidad de que Marc volviera en si- Tranquila, no hay ángeles, ni demonios aquí.
- ¡Sí los hay! El demonio blanco le arrancó sus alas al ángel, debes ayudarlo.
- No puedo. ¿Cómo podría yo ayudar a un ángel?
- ¡Tienes que sacarlo del infierno!
- Es imposible...
- ¡Lo harás! –en un descuido la mujer le agarró una mano por la muñeca y la quedó viendo con la mirada desorbitada, cargada de apremiante obsesión- El secreto está en sus manos.
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El cielo está en tus ojos Marc Bartra
Fiksi PenggemarLa mirada es la ventana del alma y lo que se puede ver es mucho dolor Nueva versión de Amor Cautivo