Un nuevo peligro

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Entraron. Marc estaba muy pálido. Un respirador artificial era lo que lo mantenía vivo. Otra máquina le drenaba la sangre del pulmón perforado y estaba recibiendo suero y transfusiones de sangre desde agujas clavadas algo más arriba de sus muñecas esposadas a los laterales de la cama. Aquel detalle dolió, mucho. Tal como un día le había dicho, ni siquiera el estar en peligro de morir le daba la posibilidad de ser libre.

Su torso desnudo estaba envuelto en vendas y de todas partes le entraban y salían sondas. Su expresión era tensa a pesar de los calmantes y el monitor cardíaco indicaba que su corazón latía muy despacio.

- Marc. -Ximena tomó una de sus manos frías y se la acarició por largo rato- Por favor, debes ser fuerte. No nos dejes sin tu talento, tu ánimo y tu compañía...

El no tenía reacción alguna a su contacto. Su padre pinchó levemente los dedos de sus pies, esperando algún reflejo, pero eso tampoco tuvo ningún efecto. Entonces entró la enfermera y le pidió a  Ximena que saliera. Un par de minutos después salió también su padre, desesperanzado.

- Las próximas setenta y dos horas son críticas. Si para entonces no reacciona...

- ¡Nada! El despertará. Marc es fuerte, un luchador al que esto no podrá vencerlo.

- Espero que Dios te escuche. La cirugía fue difícil y ha perdido mucha sangre. En su estado, aunque pudiera, no podría trasladarlo a mi clínica.

- ¿Estaría mejor atendido allí?

- No se trata de atención... ¿Viste el respirador artificial?

- Supongo que era aquella máquina del fuelle...

- Sí... no se la dejarán más horas que las que determinó el cirujano residente a un criminal. Si alguien más requiere el equipo, no lo privilegiarán a él.

- ¡Dios mío!

- Tranquila. Yo arreglaré esto, si es necesario. Lo ideal será que Marc reaccione antes, pero si no, donaré un equipo con la condición de que le den más tiempo a él.

- Gracias.

- No me agradezcas. Tú me has ayudado a abrir los ojos con respecto a mi hijo. Si me ayudas, juntos vamos a sacarlo de esto.

- No solo de esto. Debemos averiguar quién fue el desgraciado que amenazó a Marc. No es justo que él esté encarcelado.

- Ximena, quiero que sepas que cuentas conmigo y con todos mis recursos e influencias para conseguirlo.

- Y con el cura.

- ¿Cuál cura?

- Su amigo, el que va siempre a verlo... el padre Joseph, ya lo conocerá... es más, ¡seguro él sabe algo!

- Entonces comuniquémonos con él de inmediato.

- De acuerdo.

 ****

Era poéticamente irónico que el tierno conejito hubiera ido a parar precisamente a sus manos. ¿Qué pudo haber estado haciendo en la cárcel para que le acomodaran dos tiros que casi lo habían despachado? Bueno, si no lo habían conseguido unos disparos, siempre quedaban otras opciones y, como director del hospital, un puesto que había requerido fuertes inversiones y ensuciarse bastante las manos para ganar, tenía libre acceso al dulce e indefenso Marc Bartra.

Una sensación cercana al éxtasis lo invadió por completo. Tras su primer acto de innegable maldad, del que había salido libre de polvo y paja, se había librado de Bartra hijo, y forrado hasta el cuello de dinero, se había vuelto un adicto al sufrimiento ajeno, casi al nivel de la excitación sexual... no, aquello era aún más intenso que echar un polvo, era PODER, el afrodisiaco que estimulaba hasta la última célula de su cuerpo.

¡Realmente iba a disfrutarlo! 

****

- ¡Por Dios, niña! Pobre muchacho. 

- Gracias por atendernos a estas horas, padre.

- No hay por qué, señor Bartra. Al contrario, verlo involucrado en la salud de su hijo compensa cualquier problema, dándole una gran alegría a mi corazón.

- Perdone, ahora comprendo quien es usted. Me envió varios mensajes e intentó que lo recibiera...

- Doctor, no ganamos mucho con auto flagelarnos ahora con lo que hicimos o dejamos de hacer. Ya está aquí, gracias a usted aún tenemos a Marc con nosotros, y cuando esté mejor, va a estar sumamente feliz de tenerlo cerca. Su hijo lo adora. Usted es su héroe.

- Padre, por favor... aunque estoy más halagado y emocionado que lo que merezco, el increíble amor de mi hijo aún me golpea duro en el centro de la culpa y no sé como manejarlo.

- Entiendo. No se preocupe, poco a poco va a sentirse cómodo con ello. De seguro cuando sienta que va compensando y equilibrando su relación con su muchacho, le sea más fácil hablar del tema.

- De verdad, muchas gracias. En especial, por haber sido un amigo leal para Marc.

- Sobre todo no me agradezca eso. Marc es un joven tan único, generoso y adorable, que se hace imposible no quererlo.

- De eso queríamos hablarle, padre. Sabemos que hay alguien que no quiere para nada bien a Marc...

- ¿A qué te refieres, hija?

- Sé que es muy posible que no pueda darnos detalles por expresa petición de Marc y a causa del secreto de confesión, pero esta tarde, antes de la fuga, él me contó por fin parte de lo sucedido. Ya hace un tiempo tenía mis serias dudas de que fuera culpable del crimen por el que está condenado, pero hoy me contó... o más bien conseguí darme cuenta que hizo las cosas bajo coacción.

- Mi hijo se sacrificó para no ponerme en riesgo a mí y a esa tonta muchacha... -Ximena vio al doctor Bartra llevarse una mano a la frente, cubriéndose los ojos, apesadumbrado. Sin dudarlo le tomó una mano y le dedicó una mirada alentadora- Ni siquiera le gustaba esa chica. Se comprometió con ella porque implícitamente yo lo presionaba a sentar cabeza e irse. Marc no quería defraudarme apareciendo con cualquiera, tenía que ser alguien socialmente aceptable, pero Monica es un plomo, arribista y superficial... ya ha tenido dos maridos que se han hastiado.  No es consuelo de nada, pero al menos se ha salvado de eso. Él jamás se divorciaría.

- ¡Esa estúpida ingrata no se lo merece!

El doctor y el cura la quedaron viendo, sorprendidos ante su reacción, obviamente producto del enojo, pero también de los celos. El primero, esperanzado al darse cuenta de golpe que Ximena tenía un interés superior a la justicia en su hijo, probablemente correspondido al saber que él la había protegido, el segundo, impresionado y contento de que por fin había habido un avance real entre ella y Marc . El padre Joseph no tenía ni la menor duda de que ambos estaban enamorándose a gran velocidad, pese a los complejos tropiezos al comienzo.

- Disculpen. Es que no puedo concebir que otra mujer haya sido tan tonta como para no dar gracias por tener cerca a Marc. Y que no haya estado a su lado cuando él más la habrá necesitado... yo cometí muchos errores con él, porque no lo conocía, pero en cuanto abrí los ojos... no voy a engañarlos a ustedes. Marc es un buen hombre. Lo amo y necesito hacer esto por él.

- Lo haremos, Ximena. Lamento decirte que en este punto, los tres sabemos exactamente lo mismo, pero ya fue más que suficiente penitencia para nuestro muchacho. En adelante, y cuando él esté recuperado, debemos aclarar todo y lograr que recobre su libertad.

***

¿Acaso no era hermosa la vida? Ahí estaba aquel molesto santurrón, para mayor placer, esposado y al borde de morirse. Pero antes se iba a divertirse, quizás torturarlo un poco, ya le había salido bien una vez podría lograrlo de nuevo.

El cielo está en tus ojos Marc BartraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora