La verdad esta en sus ojos

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- ¿Por qué... –su maravillosa mirada se había cargado de ansiedad.Marc necesitaba que ella llegara a la conclusión precisa, que Ximena tuviera fe en él- ...no lo crees?

- Porque he llegado a conocerte. Tú no herirías a nadie con intención y... -El bajó la mirada un segundo, sopesando la posibilidad y los peligros de contárselo, pero antes de que dijera una sola palabra, Ximena abrió significativamente los ojos al darse cuenta de un hecho tan evidentemente simple, como escalofriante, que lo explicaba absolutamente todo- ¡Alguien te forzó! ¿Qué pasó? ¿Te amenazaron?

- Yo... tuve que hacerlo.Pobrecito... lo único que pude hacer por él fue asegurarme de que no sufriera más, que no sintiera nada... no hay noche que no sueñe con él y le pida perdón... -¡Que duro verlo con lágrimas apenas contenidas, abrumado por el remordimiento!-...iba a morir de todas maneras, sólo por eso logré hacerlo, aunque yo quería igualmente intentar salvarlo, pero la dosis de veneno había sido más que letal y yo lo sabía... Igualmente no me lo habría permitido, ese no era su plan, al contrario... y que me mataran a mi no me importaba, se lo dije, pero no podía poner en peligro a mi novia... y a mi papá.

- ¿Y quién fue? ¿Por qué dejó que descubrieran todo? Si es que parece que incluso quería que te inculparan. No lo entiendo... ¿Fue preparado?

- De eso no puedo hablar, si no todo lo que ha pasado sería en vano.

Ximena se acercó a él y lo abrazó. Ese hombre bueno y decente llevaba más de seis años en la cárcel por defender las vidas de dos personas que lo habían abandonado a su suerte, sin remordimientos.

Como nunca antes, cayó en la cuenta de que ella misma lo había prejuzgado, hiriéndolo y haciéndolo sufrir, cuando Marc sólo intentaba proteger a los que amaba. Se sintió mal, muy mal. Recordó aquel horrible día en que lo humilló ante tanta gente... y había pasado por todo eso sólo por ser la criatura más noble que había conocido.

- ¡Oh,Marc! Lo siento...

- No, por favor, no quiero que te preocupes.

- ¡Es que no es justo!

- Sí lo es. Mal que mal yo maté a ese niño y debo pagar por ello.

- Pero, ¿es que no lo entiendes? En ese momento no tenías otra opción. Si hubieras dicho esto en la corte, seguramente tras la investigación te hubieran absuelto. Aunque sea por proteger a otros, se configuraba la legítima defensa... no es justo que estés. .aquí y mucho menos por todo lo que te hemos hecho pasar. Tú no deberías estar encarcelado, no eres un criminal.

- Tal vez, pero si no, no hubiera conocido a muchos de los amigos que tengo ahora... -él le dedicó una mirada que le hizo dar un vuelco al corazón, reconociendo por primera vez con toda claridad los sentimientos que él había despertado y que la absoluta certeza de su inocencia había potenciado miles de veces-... ni ti.

-Marc, yo...

De pronto la puerta se abrió con violencia y un hombre armado con un revólver artesanal entró en la oficina, con rostro desencajado y vociferando.

- Tú, mujer, ¡ven conmigo! Serás mi rehén.

- ¡No!- Marc se interpuso entre ambos, paralizando de miedo a Ximena, temiendo que algo le pasara por defenderla, sin siquiera poder reaccionar- ¡No te acerques a ella!

- Doc, hazte a un lado, ¡esto no es contigo!

- Por favor, déjala en paz. Si quieres yo iré contigo.

- Para que crean que tengo cómplices en la fuga... ¡Ni pensarlo!- el hombre arrojó contra él una silla, haciéndolo cambiar de sitio para evitar que las piezas la golpearan al desbaratarse el mueble, dejando libre el blanco- Y, ¿a quién podrías importarle tú?

- No la tocarás...

- ¡Que necio eres! Ya me habrá visto lo suficiente para delatarme. Ahora por tu culpa voy a tener que matarla.

Sin más, el tipo apuntó en su dirección e hizo dos disparos contra ella. Marc se cruzó sin dudarlo delante de ella, abrazándola. Ambos impactos le dieron en la espalda, cayendo juntos al suelo, él gravemente herido.

El sujeto huyó rápidamente, pero el sonido de los disparos activó el círculo de seguridad, siendo interceptado por los guardias a pocos metros.

- ¡Marc!- las heridas parecían pequeñas, pero al voltearlo notó que una de las balas había tomado curso diagonal y salido por el costado de su pecho, con aspecto mucho peor que en la entrada. Sin más posibilidades, acunó la parte superior de su cuerpo entre sus brazos, intentando mantenerlo tranquilo- ¡Llamen a una ambulancia ahora mismo!

Ximena hacía presión, tratando desesperadamente de contener la hemorragia, pero era prácticamente imposible. La sangre manaba en abundancia de ambas heridas, invadiendo su sistema respiratorio, por lo que era presumible que hubiera dañado un pulmón, con un tenue rastro de sangre llegando a su boca, dificultándole aún más la respiración.

- ¡Ay,Marc! ¿Por qué lo hiciste? No debiste...

-Xime... -él la miraba con sus ojos cargados de preocupación- ¿estás bien? ¿No te hicieron daño?

- No, mi ángel de la guarda, gracias a ti estoy bien, pero no hables, por favor. Conserva tus fuerzas... ya viene una ambulancia. Te aseguro que vas a ponerte bien... ¡Cuanta falta haces tú mismo para ayudarme ahora!

- Xime...yo...

- Por favor, detente...- ella lloraba desesperanzada al mirarse reflejada en sus ojos en los que, si ella tenía casa, probablemente viviera y se refugiara como en ningún otro sitio la inocencia- ¡No te despidas!

- ¡Escúchame! No me arrepiento... de haber estado aquí. De... no ser así, no... no te habría conocido... y no lo cambiaría, ni por libertad... ni nada... yo te amo.-su voz era tan tranquila y dulce, que asustaba- Quiero pedirte, por favor... que le cuentes la verdad... a mi padre, y dile...que lo quiero mucho. Que sé... que por eso él ha sido distante conmigo... Él no soportaría que... su hijo fuera un asesino...

- No, Marc, ¡tú se lo dirás! Yo haré que venga a hablar contigo.

- Sólo tengo... un deseo más...

- Por favor, no hagas esto...

- Tú, ¿me... quieres?

- Con todo mi corazón. -¡No, no, no! No era justo eso, no podía perderlo así, él merecía vivir feliz. Libre- ¡Te amo!

- No quisiera... no haber sabido... lo que se siente besarte...

- ¡No hables así!

- Por favor...

Ximena no quería perder toda esperanza y sentía que habría aún menos si no tenía algo pendiente por lo cual volver, sin embargo no pudo negarse. ¿Cómo hacerlo con sus hermosos ojos suplicándoselo? Por fin accedió para que él no hablara y conservara sus fuerzas. Lo estrechó en sus brazos con cuidado y besó suavemente sus labios, que casi de forma imperceptible, disminuían su calor. Al separarse de él notó llena de temor que había perdido la consciencia.

El cielo está en tus ojos Marc BartraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora