3. Salvada

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Pude observar que los tipos se dividieron y que dos de ellos se perdieron de mi vista. Doblé por una calle por la que no había transitado para despistar un poco a mis perseguidores.

Saqué mi celular y le mandé un mensaje rápido a Nami. Me faltaban siete cuadras para llegar a mi edificio. Guardé el teléfono en mi bolso y me lo aseguré cruzándolo, caminé aún más rápido. Adelante, aparecieron los dos que se habían desviado anteriormente, frené en seco y me devolví pero atrás venían los otros dos. Corté por un callejón y me puse a correr pero no fuí tan veloz.

Uno de ellos me alcanzó y me tomó por la muñeca.

- Pero miren que tenemos aquí... - Su aliento apestaba a alcohol.

- ¡¡Suélteme!! ¡¡Ayuda!! - Jalaba mi brazo con violencia.

- Grita todo lo que quieras muñeca... - Con otro de los tipos me arrinconaban contra la pared sujetando mis brazos.

- No hay nadie cerca que te ayude preciosa... - Se acercó el tercer sujeto, mientras el cuarto parecía vigilar.

- ¡¡¡Auxilio!!! - Alcancé a decir antes de que me abofetearan y me taparan la boca.

Con algunas patadas luchaba por liberarme pero eran tipos robustos. Un golpe en mi abdomen me quitó el aliento y me tumbó de rodillas. Traté de huir pero me tiraron del cabello tumbándome definitivamente al cemento frío. Uno de ellos se puso sobre mí planchándome y permitiendo que él y los otros pudieran manosearme a su gusto. Sin darme cuenta mis lágrimas escaparon, en mi mente suplicaba por ayuda.

- Que delicia... ¡Miren esos pechos! - Me rasgaron la ropa y me golpearon más. Aún trataba de revolcarme para luchar.

Recibí un golpe en la cabeza que dejó un pitido en mi oído. Algo aturdida creí que era mi fin. Sentía sus asquerosas manos recorrer todo mi cuerpo.

- ¡Apúrense! Yo también me quiero divertir... - El que vigilaba se dirigió al que parecía el líder.

- Lo haré yo primero... Ahora vas a probar a un hombre de verdad... - Ví cómo trataba de desabrochar su pantalón.

De pronto se escucharon unos golpes y una voz ronca, profunda y conocida llegó a mí. A pesar de estar agotada traté de reconocerla pero el pitido en mi oído no desaparecía. El tipo sobre mi cuerpo trató de ver a través de la oscuridad. Vió a su compañero repentinamente tirado en el piso.

- Mierda... Muchachos tenemos aquí a un maldito héroe... ¡Tú... a él! - Pasaba su lengua por mi cuello. - Yo me divierto mientras tanto.

El tipo al que le había indicado deshacerse de mi salvador sacó un cuchillo y luchó con el recién llegado. No tuvo éxito, logré ver que recibió varios golpes certeros en puntos clave. También cayó.

- Vengan y diviértanse conmigo malditos bastardos cobardes... -

Recibí otro golpe en la cabeza que terminó de aturdirme. Con los ojos entrecerrados, a duras penas pude observar a mis captores enfrentarse a la vez al hombre que me defendía. Estaba angustiada, muy aterrada, herida, semidesnuda y a punto de perder la consciencia, pero pude ver cómo se hacía justicia. Creí oír un disparo. Con movimientos ágiles y fuertes golpes, en unos tensos minutos, pudo acabar con los tipos dejándolos inconscientes.

Una cabellera verde se acercó a mí, pude ver sus ojos mirándome muy de cerca. Se quitó la camiseta y me envolvió la cabeza con ella. Traté de incorporarme pero me lo impidió.

- Estás herida no te muevas... - Alcancé a ver que registraba mi bolso y usaba mi teléfono. - Está conmigo, dile a su amiga que se calme, yo me la llevo. -

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora