16. Sinceridad

1K 56 14
                                    

Mis obligaciones laborales aumentaron al igual que mis ganancias con mi nuevo contrato. Ahora iba al instituto casi todos los días, sólo tenía el miércoles libre. La complejidad de las clases también se incrementaron. Estaba algo agobiada, pero a la vez me animaba con las vacaciones que pronto comenzarían. Aún tenía algo que rondaba en mi mente hace días.

- Zoro... Quiero saber... - Estábamos en mi cama abrazados.

- Pregunta entonces... - Él estaba algo pensativo.

- ¿Cómo supiste ese día que él era mi ex? - Todavía teníamos uno que otro coletazo del problema así que quería dejarlo zanjado.

- Simple... Éramos cinco los jugadores en la mesa... - Se incorporó para mirarme fijamente. - Al llegar al casino, ese tipo quedó impactado cuándo te vió. No llamó mayormente mi atención si no hubiese sido porque él apareció de la nada en la mesa y no te quitaba la vista de encima... - Tomó mi mano. - Tu pulso en ese momento aumentó igual que ahora que estamos hablando de él... - Me analizaba con la mirada. - Intentaste escapar de mí en esa ocasión así que era una alternativa... Ya lo conocías... -

- Que astuto... - Traté de ponerle un tono menos grave a la conversación. - ¿Quién te enseñó a ser así? Tan observador... Tan agudo... -

- La vida Robin... -

- Tampoco es que seas un viejo experimentado... Tienes diecinueve años ¿Sabes? Pero siempre pareciera que tienes más... -

- Casi veinte... - Me corrigió. - Me he apurado un poco a vivir... Tuve que hacerlo... Yo... - Una sombra cruzó por sus ojos.

- Cuéntame Zoro... Hay muchas cosas de tí que para mí son un misterio aún... - Acaricié su rostro y levantó de nuevo su mirada.

- Tal vez si te enteras de quién soy en realidad ya no te parezca un buen tipo... Yo te lo advertí... Te dije que no era un hombre para tí, que merecías algo mejor... -

- Y yo te dije que eso no lo decidías tú... - Guardó silencio durante unos minutos hasta que resolvió contestar.

- Mis manos están manchadas Robin... - Abrí mi boca tratando de entender. - Yo... Tuve que vengarme... -

- ¿¡Vengarte!? ¿De quién? - Lo miré con algo de preocupación. - Sanji me dijo una vez que no te había tocado fácil... - Mantuve un tono comprensivo.

- De los malditos que asesinaron a mi hermana... - Una lágrima silenciosa se deslizó por su rostro. - Lo siento... No puedo contarte más... Quizá otro día... -

- ¿Tenías una hermana Zoro? - Lo abracé con ternura para que sintiera mi empatía y luego lo miré de igual forma. - ¿No confías en mí? Yo... Zoro, no importa lo que me digas... No dejaré de quererte... - Lo besé - Cuéntame... Quiero saber... Yo... Tú me diste valor para ser transparente contigo... -

- No digas eso... Tal vez cambies de opinión... - Extendí mi meñique y me miró fijamente, lo comprendió enseguida y enganchó nuestros dedos. - Está bien... Tú ganas... Escucha... -

Comenzó por relatarme pasajes de su niñez. Fue difícil, sus padres murieron en un accidente de auto, él y su hermana fueron separados para enviarlos a orfanatos por el tipo que en ese entonces era el albacea designado por la familia. Zoro tan sólo era un bebé de meses cuando fue adoptado por un matrimonio de buena situación económica.

En la medida en que crecía, siempre supo que no encajaba, que era muy diferente, así que por cansancio logró que le revelaran toda la verdad, apenas hizo uso del habla y la memoria, así, se impuso la obligación de buscar a su hermana hasta dar con ella. Lamentablemente la chica rechazó en varias ocasiones ser adoptada, pero a pesar de eso nunca dejaron de mantener un contacto, se veían con la promesa de que al ser mayores de edad, se juntarían y permanecerían unidos para recuperar el tiempo perdido.

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora