24. Aventura

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~ Casi dos años después... ~

- ¿Por qué tardaste tanto? - Le pregunté mientras él tiraba las llaves en la mesa y dejaba también ahí las bolsas de compras.

- Me perdí... - Dijo apenado con una mano rascando su cabeza.

- Aprende a usar el GPS de una vez... ¿Que pasó con tu sentido de la orientación?  - Reí disimuladamente, ya conocía la respuesta.

- Tsk... No preguntes... - Me contesta arrugando la frente. Tomó algunas bolsas y las llevó a lo que él creyó que era la cocina.

- Por el otro lado Zoro... - Señalé a la puerta en la derecha. - Pero sigues conduciendo como un loco... El otro día me asusté... Creí que íbamos a morir ahí... - Le dije cuando volvió a la sala.

- ¡El otro imbécil tuvo la culpa! Frenó de pronto y cambió de carril sin avisar... ¿Que se supone que...? - Le puse graciosamente un dedo en los labios para que guardara silencio.

- Zoro... - Sonriendo aún, lo besé y lo abracé acercándonos al ventanal. - Debemos preparar todo... Están por llegar... Son la una y media... -

- No lo creo... - El gesto de su rostro, me indicó que había hecho una travesura. - Les dije que empezaba después de las siete... -

- Pero Zoro... Los invitamos a almorzar, no a cenar... ¿Por qué les dijiste eso? -

- Porque quiero tenerte solo para mí... El mayor tiempo posible... - Puso una mirada pícara que combinó con la sonrisa que me conquistó.

- Pero eso ya es así... - Me quedé embelesada mirándolo. - ¿Te dije alguna vez que amo tu sonrisa? -

- No... La verdad es que no lo has hecho... Yo ya lo sabía... -

- Roronoa... - Sonrío con ese aire altivo que tanto me gusta.

- Debimos hacer esto hace tiempo... Cuándo te lo pedí... En ese lugar... - Me decía mientras me abrazaba desde atrás, contemplando las olas que rompían contra las rocas, en la base de la colina donde estaba ubicada nuestra casa.

- Tienes razón... Si hubiese dicho que sí... nuestro bebé... - La vista se me perdió en el horizonte algo melancólica.

- Robin... - Tomó mi rostro girándolo para que lo mirara. - No quise decir eso... No lo dije para que recordaras... Perdón... -

- Lo sé... -

- No... soy un idiota... Perdón... -

- Algo así... -  Me reí ante su expresión de asombro. - Pero uno total e irresistiblemente adorable... -

- ¿Qué tan adorable maestra? - Cambió el matiz de su voz.

- Así de adorable... - Me giré completa para abrazarlo y besarlo con ganas. Me colgué de su cuello y dando un pequeño salto, rodeé su cintura con las piernas.

- ¿A pesar de esto? - Señaló su cicatriz en el ojo y me mordí el labio.

- Te hace ver más rudo... - Le dije al oído al mismo tiempo que mi lengua recorría sus sexys pendientes y su lóbulo de la oreja izquierda. - Y todavía más sexy Roronoa... - Yo sé cómo provocarlo, volví a reír.

Nos desplazamos hasta el sofá. No había ninguna prisa, pero los besos, las caricias y las cosas sucias que empezaba a susurrarme comenzaron a causar su efecto al mismo tiempo que con sus manos se concentraba, principalmente, deslizándose suaves en mi cintura y mis pechos, mientras con su boca y la punta de la lengua recorría mi cuello, lo noté muy excitado haciendo presión sobre mí con su miembro ya más que listo.

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora