Epílogo

1.2K 67 52
                                    

Existen algunas historias que, en realidad, hay que sentarse a escuchar para creerlas. Una de esas historias es la de mis padres y lo que lucharon por estar juntos. Ellos sufrieron lo inimaginable, pero ni siquiera la muerte pudo separarlos y eso me hace sentir que aparte de que me aman muchísimo, siempre podré contar con ellos.

Tengo diesiciete años y un hermano menor al que amo pero que es un verdadero dolor de cabeza. No por travieso, si no por lo chismoso que es a veces. Mi papá le ha dado instrucciones precisas de cuidarme durante las clases ya que estamos en el mismo colegio. No se trata de que no confíe en mí, el no confía en los demás y hasta cierto punto le encuentro razón. El mundo, aunque no por completo, es un lugar bastante peligroso, pero desde que tuve uso de razón, mi padre me entrenó en el hermoso arte de las katanas. Es un gran maestro con eso, ahora las domino a la perfección y de vez en cuando salgo con una de ellas para acompañarme, tengo un permiso especial para eso.

Como les mencioné, la historia de mis padres es increíble. Cualquiera en esa situación se hubiera dado por vencido, pero no ellos. Los amo, los admiro y los respeto muchísimo. Me considero una buena hermana mayor, aunque sé que mi madre perdió a un bebé antes de tenerme. No me imagino lo que debe haber sufrido. Mi madre es hermosa, inteligente y valiente, es una gran mujer.

Soy una chica normal, común y corriente de esta era tecnológica. Llamo bastante la atención con mi cabello verde y mis ojos azules. Mi madre siempre me dice: "... Eres idéntica a tu tía... Mi hermana y mejor amiga... Menos en los ojos..." Y me ha contado casi todo sobre ella. Era la hermana de mi papá en realidad y siempre he sentido que la conozco de alguna forma. Creo que heredé su carácter, y es el mismo que tiene mi padre, firme, altivo y orgulloso.

Aún conociendo mi forma de ser, hay alguien que se ha fijado en mí. Y a mí también me gusta mucho. El problema es que no sé cómo se lo tomarán ellos, lo conocen, sobretodo mi papá y con lo aprensivo que es, no sé. Decido entonces contárselo primero a mí mamá, pero no encuentro el momento adecuado.

La encontré una tarde en la sala leyendo uno de sus tantos libros. Entré por la ventana del jardín y caminé hacia ella decidida a contarle, recién había terminado de chatear con el chico que ahora me estaba pidiendo una cita.

- Mamá... ¿Te puedo interrumpir? -

- ¡Claro hija!... No me interrumpes... Justo terminaba...  - Cerró el libro. Me miró por sobre las gafas que usaba para leer. - ¿Pasa algo? - No sé porqué tengo la impresión de que puede leer mi mente.

- La verdad sí... Es... Es que no sé por dónde comenzar... - Le dije algo apenada.

- Pues por el principio... Puedes confiar en mí... ¿Es por algún chico verdad? -

- Ehhh... - Soltó una risita.

- Lo es... Cuéntame... Qué pasa... -

- Es que... Ya sabes cómo es papá... -

- ¿Acaso crees que no se ha dado cuenta? Andas distraída... suspiras por cualquier cosa... -

- Increíble... ¿Qué, acaso son adivinos? - Reímos.

- No... Pero la experiencia sirve... Cuando tú vas, nosotros ya hemos vuelto... Y dos veces... - Ahora sí que me reí con ganas y eso me ayudó a relajarme.

- Se trata de... - Un ruido en la puerta nos indicó que pronto se acabaría nuestra privacidad.

- Hola mi princesa... - Papá entraba y me saludaba con un beso en la mejilla, frotando su nariz con la mía. - Hola hermosa... - Le dió un beso amoroso a mamá.

- ¡Mamá! - Mi hermano se lanzó directo a sus brazos. A mí me hizo burla con la lengua. Sí, Zoro junior puede ser irritante cuando quiere.

- ¿Cómo les fue? -

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora