22. Huellas

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Mihawk no estaba de acuerdo en que volviera, según él, sería un trauma para todos el verme vivo, pero yo sentía que entre más tiempo pasara sería peor. Además quería alejarme lo antes posible de esa chica que lo acompaña.

Perona, aparte de ser rara, ha tratado varias veces de seducirme, hasta he tenido que sacarla de mi cama por un par de noches y me está cabreando, casi tuve sexo con ella pensando que era Robin después de beberme dos barriles completos de sake.

Yo sólo puedo pensar en Robin, no hay espacio para nada más en mi mente. Los recuerdos vuelven de manera gradual. He logrado recordar muchas cosas, que creo que pasamos juntos y quiero comprobar con ella, si no me equivoco estará esperándome.

Practiqué con mi moto durante la mañana. La verdad no se me olvidó conducir, pero eso sí, no puedo llegar a ningún lugar sin el GPS de mi móvil, otro aparato que Mihawk no quería entregarme. Veía la lista de contactos. Su número estaba ahí, sentí el impulso de llamarla, marqué un par de veces y cortaba. Cuando llamé por tercera vez, dejé que sonara el tono hasta el final, tuve un impacto profundo al escuchar su voz en el contestador automático. Las ganas de irme de ese lugar para verla se volvieron una necesidad.

Por la tarde, tomé algunas de mis cosas y las metí en mi mochila, fui a ducharme y al terminar busqué mi dirección. Me iría de aquí hoy mismo con o sin el consentimiento de mi mentado guardián.

Con algunas dificultades y después de darle varias vueltas, llegué al edificio dónde se supone que vivo. Me quedé estacionado en el frontis por lo que serían unos cuantos minutos. Por la vereda al otro lado de la calle, vi a un chico delgado que venía silbando con una sonrisa enorme en la cara, cargado de varias bolsas. Me quedó mirando extrañado y decidí quitarme el casco. Cuando lo hice, el tipo tiró todas sus compras que volaron por el aire y su cara se estiró de asombro como si fuera de goma. Venía corriendo hacia mí.

- ¡¡Oooiiiiii!! ¡¡¡Pe... Pero... si eres tú!!! - Gritó. Estaba algo pálido al verme pero se rió con ganas ante mi cara de desconcierto. - ¡¡¡Esto no puede ser!!! ¡¡¡Increíble!!! - Qué tipo más escandaloso pensé.

- ¿¡Te conozco!? - Le espeté algo molesto con tanto ruido.

- ¡¡Pero si tú eres Zoro!! ¡¡El cabeza de alga!! ¡¡Se supone que estás muerto!! - Soltó una carcajada más bulliciosa que las anteriores. Colocaba una mano en mi hombro dándome palmadas como a un amigo que no veía hace tiempo.

- ¿Me llamaste cabeza de alga?... Bueno como sea... Digamos que sólo he estado perdido... Oye, ya que al parecer me conoces... ¿Sabes dónde mierda está mi departamento? -

- ¡¡Claro!! ¿Acaso lo olvidaste? Es allá arriba... En el tercer piso... ¡Si quieres yo te llevo! - Se puso a recoger las cosas que había tirado y me dijo que lo esperara sin recibir mi respuesta. Decidí aguardar cruzado de brazos.

Cuando volvió, venía acompañado de una chica pelirroja que al verme dio un grito extraño y se desmayó. El pelinegro hizo que reaccionara con algo de dificultad, pero cuando lo logró, la chica sacudió la cabeza y se acercó a mí, me tocaba la cara con la boca abierta.

- Es cierto Luffy... Está vivo... Distinto... Pero vivo... - No salía de su asombro.

- Bien... ¿Me llevarán a mi departamento? O van a quedarse toda la tarde mirándome como idiotas... -

- Sí... Definitivamente es él... Tiene el mismo carácter de mierda de siempre... - Ambos rieron y yo no entendí cuál era el chiste.

Entramos al edificio y tomamos el ascensor, no paraban de mirarme y murmurar cosas a las que no puse atención. Llegamos a la puerta del penúltimo departamento del tercer piso.

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora