18. Locura

848 54 9
                                    

Nami vino por mí temprano, también ya había ido a mi trabajo para notificar mi accidente. Un ramo enorme de rosas llegó a mi habitación mientras esperaba que los médicos me dieran el alta. Me ilusioné pensando en Zoro pero las rosas eran del maestro Franky, eran hermosas, pero aún así las tiré a la basura.

- Robin... Entiendo que estés de mal humor... Pero no hay necesidad de desquitarse con esas flores tan lindas... - Nami las recogió y las arregló de nuevo. Yo desvíe la mirada. - Ese novio tuyo... Es... Cómo decirlo para que no suene feo... -

- Entonces no lo digas... - Le ordené alzando las cejas. - ¡Ni siquiera sé si llamarlo novio aún! - Chillé.

- Amiga... No quiero verte así... - Nami entristeció.

- La... lamento eso... Es... Es que mi cabeza me duele y... - Puse una mano en mi pecho, tambien dolía.

- Al menos para tu cabeza hay analgésicos... - Nami me abrazó. Sentí un poco de alivio. - ¿Es por lo de Yuji? ¿Terminaron por eso? -

- No... - Recordé a Law. - Este maldito... - Apreté mis puños. - Law reafirmó los temores de Zoro... Supo darle donde le duele... Él se lo tomó a pecho y... Tengo que encontrar a ese estúpido y hacer que pague su ofensa... Una bofetada no fue suficiente... -

- Cálmate... - Nami me miró preocupada.

Unos golpes en la puerta indicaron que la enfermera traía mis papeles y una silla de ruedas para escoltarme a la salida.

Sanji venía con su chica rara de la mano a nuestro encuentro. Seguro que venía a visitarme pero nos alcanzó en el lobby del hospital.

- ¿Cómo estás? - Tomó mi mano y la besó. Hizo lo mismo con Nami que cruzó miradas despreciativas con Pudding.

- Bien... Sólo fue un golpe pero sin mayores consecuencias... - Traté de poner mi mejor cara pero no me resultaba.

- Vuelvo enseguida cariño... - Pudding besó a Sanji y se fue camino a los servicios de damas. Él la vió alejarse en silencio.

- ¿Es tu novia? - Nami se cruzó de brazos en actitud desafiante. Yo hice una carraspera para que se ubicara, no estaba en posición de pedirle explicaciones al rubio. - Perdón, pero no puedo disimular cuando alguien no me cae bien... -

- Mis padres me la presentaron... Quizá pretenden que me case con ella... - El tono de Sanji le daba depresión a cualquiera.

- Creo que sería buena idea que ustedes hablen a solas... - Me puse de pie algo mareada todavía pero dejé la silla a un lado. - ¿Podríamos tomar desayuno? Muero de hambre, pero primero voy al servicio... Nami, pueden esperar por allá... - Señalé una cafetería en los jardines del hospital.

- ¡Claro! ¿Segura que puedes ir sola? - Asentí y le entregué mi chaqueta. - ¿Vamos Sanji? - El rubio nos miró y sonrió pero su cara no hizo juego con sus labios.

Me dirigí a los aseos. Me apoyé en los lavamanos para detener el mareo y me metí a un cubículo. Sonó un celular pero no era el mío. En el cubículo siguiente, la voz de Pudding al teléfono aclaró la duda.

- ¿Sí? ¡Hola linda! - Hizo ruidos de estar acomodando su ropa. - Que fastidio... Yo estoy en un hospital... Mmm... Sí... Tengo que acompañarlo... Debo mantener las apariencias... - Abrí mis ojos y me pegué un poco para escuchar mejor, el mareo estaba enloqueciéndome. - Si... Yo también... Pero atrapar a este idiota es lo único que nos salvará de la ruina... En realidad no lo soporto... Es tan cursi... ¡Bueno cuéntame! - Salió del cubículo. - ¿En serio? ¿Lo conseguiste? Jajajaja... los hombres son tan estúpidos... Oye... Ese peliverde se ve delicioso hasta diría que irresistible... Qué tal es... En la cama tonta a que otra cosa me voy a referir... a ver si con lo fácil que es me lo tiro yo... - El corazón me dió un vuelco. - Ah... Bueno pero hiciste lo que te pidieron ¿Verdad? Sabes que con la mafia no se juega y con Trafalgar menos... -

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora