26. Sorpresas

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Diría que el plan iba viento en popa si tan solo el humor de Zoro no estuviera tan susceptible. Él me conoce demasiado bien y a pesar de disimular mis malestares no me creyó el cuento de la falta de vitaminas. Lo sé por la forma en que me mira casi todo el día. Nami, ya recuperada del parto y con el pequeño Ace en casa, me llamaba para afinar detalles, yo sentada en la sala, miraba a mi hombre mientras hacía ejercicio cerca de la piscina, parecía desquitarse con el saco de boxeo como lo ví hacerlo hace tiempo atrás.

- Sabes que no puedo tardarme más tiempo... Zoro de alguna manera lo sabe pero creo que quiere oírlo de mi... Está algo molesto... - Le decía a mi amiga que afirmaba que todo saldría bien. - Trata de que sea para mañana... -

- Sí querida... Tú tranquila... De un momento a otro recibirá la llamada de Sanji... - El pequeño Ace comenzó a llorar, seguramente estaba en sus brazos. - Viola ya dejó todo listo en el restaurante... Todo saldrá bien... - Al parecer me puso en alta voz para atender al bebé porque ahora la escuchaba con eco. - ¿Ya compraste todo? -

- Si... Fue una odisea conseguir la medida del anillo de Zoro... - Di un suspiro y escuchaba como Nami le cantaba al bebé - ¿Se porta bien el pequeño? - Reí.

- Sí... Es un encanto de bebé, duerme junto a mí y tiene el mismo sueño pesado del papá... - Ella reía también. - Lo único en lo que no tranza es en la comida... ¡Me tiene seca! Se amamanta mucho pero está cada día más hermoso... - La emoción en sus palabras eran totalmente sinceras.

- Bien... Nami tengo que colgar... Por favor... Avísame cualquier cosa... -

- Debes estar nerviosa... Pero te aseguro que será una gran sorpresa... - Nos despedimos y colgó.

Zoro entraba a torso desnudo y pantalón de gimnasia desde el jardín sacando sus guantes de box. Dios, me hace babear. Le ayudé a quitárselos con una sonrisa y le dí un beso ofreciéndole algo para beber, tratando de hacer cuenta que nada pasa. Ya llevo una semana así. Él me mira siempre analizándome, aún tengo la certeza de que lee mi mente. Aceptó mi ofrecimiento y cuando  fui a la cocina sonó el teléfono de la sala.

- ¿Diga? - Zoro tomó el aparato sin dejar de seguirme con la mirada. - ¡Hola chefcito estúpido!...  - Largó una risa. - ¿Qué quieres?... Mmm... No... En realidad no tengo nada que hacer...  mmm... no... no creo que Robin me acompañe... - Yo escuchaba la conversación cerca del marco de la puerta preparando el jugo de Zoro. - No se ha sentido bien... Creo que por esta vez paso... Dale las gracias a Viola... Quizá en otra ocasión... -

Me acerqué con el vaso, mi peliverde seguía escuchando a la propuesta de Sanji. Le hice gestos para que le dijera que sí. Volvió a mirarme como escaneando mi comportamiento. Le insistí con los gestos afirmativos. Al final aceptó aparentemente de mala gana pero sin asegurar nada. Le dí privacidad para terminar su conversación cuando un nuevo mareo me hizo perder el equilibrio rumbo a la habitación. Zoro colgó enseguida para atenderme.

- Estoy bien... - Sonreí a pesar de que el mareo persistía.

- No lo estás y no me vengas con el cuento ese de las vitaminas... Robin... Dime la verdad... -

- Zoro... ¿Que te dijo Sanji? -

- Mujer... No me cambies el tema... -

- De verdad estoy bien... Tranquilo... - Lo besé tiernamente en los labios pero su cara me lo decía todo. - Zoro... En serio... Estoy bien... - Hice una pausa para reponerme.

- No iré a ninguna parte si tú estás así... No te dejaré sola... -

- ¿Sanji te invitó a algo? - Haciéndome la desentendida.

Déjame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora