Capítulo 82

35 7 12
                                    

Al escuchar su voz —o más bien mi apodo— logré calmarme y al fin respirar por unos cuantos segundos hasta que mi cerebro volvió a chocar contra la Tierra y recordó que Nathaniel estaba en mi regazo.

—Luka ven rápido y ayúdame a llevarlo al hotel —demandé intentando levantar a Nath por mí misma.

Un movimiento no muy sabio de mi parte considerando el dolor que se irradiaba alrededor de mi brazo.

Luka al observar la mueca en mi rostro se inclinó para colocar el peso de Nath sobre sus hombros, reemplazando mis manos por las suyas para sostener al pelirrojo por el tronco, mientras yo tomaba sus pies, para luego caminar a la camioneta y colocarlo en el asiento trasero. Una vez que acordamos que su cuerpo estaba lo suficientemente asegurado para estar inconsciente y que apenas arrancáramos él no cayera de bruces, subimos a la parte delantera y apenas dio el cambio y pisó el acelerador, el silencio fue el que reinó durante la mitad del camino, hasta que me percaté de que Luka no estaba manejando hacia Le Grant Paris.

— ¿A dónde vamos? —pregunté intentando no sonar la inquieta por nuestro paradero.

—A un hospital, no puedes cuidarlo tu so...

—Detente —ordené colocando mi cabeza de vuelta al interior de la camioneta.

—Volps...

—Detente —repetí—. Sabes que no podemos llevarlo al hospital, no después de lo que Lila te hizo. ¿Acaso estás mal de la cabeza? ¿No ves que está noqueado? No. Podemos. Llevarlo. Directamente. Al. Matadero —sentencié sin parar para respirar y probablemente enterrando el filo de una daga a Luka con cada palabra.

Su respuesta fue sólo una sonrisa de lado que no podría ser más falsa y cambiar de avenida hacia el hotel que llamaba casa en estos días.

—No sabía que te importaba tanto.

—Claro que me importa. Es mi amigo, igual que tú.

"Amigo" esas palabras rebotaron directo a su orgullo y lo pude notar con claridad al ver su ceño fruncido y como sus nudillos se tornaban blancos contra el agarre del volante, al igual que sus labios por la presión contenida en tres sílabas.

— ¿Podemos simplemente terminar esto? —cuestionó volteando un poco su mirada de hielo a la calle, pero no lo suficiente permitiéndome observar sus ojos azules que se agrietaban conforme el tiempo tomaba ventaja sobre nosotros.

— ¿Terminar con qué? —inquirí temerosa de poner una encrucijada entre su pregunta y la mía.

Y estaba en lo correcto pues al instante en que esta terminó de ser formulada, sus impulsos fueron demostrados. Luka por reflejo golpeó su cabeza contra el volante y unos segundos más tarde se encontraba respirando profundo y mirándome con sus océanos portátiles.

—Mejor nos estacionamos.

—Pero Nath...

—Él puede esperar.

Avanzamos por unos minutos hasta quedar a una cuantas calles del hotel, su rostro no reflejaba para nada confianza y después de unos segundos de un profundo silencio que sólo se escucharía en una tumba, él tomó la iniciativa.

— ¿Cuánto ha pasado? ¿Dos? ¿Tres días?

— ¿De qué hablas?

—Han pasado tres días desde nuestra cita.

—Espera —lo interrumpí levantando mi mano a la altura de mi pecho—. ¿Nuestra cita? Dejamos en claro que eso fue sólo una reunión.

— ¿De verdad pensaste eso?

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora