Capítulo 87

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Salimos del lugar y con rapidez subimos a la camioneta que Luka había traído con él. Sin embargo, cuando estábamos listos para ponernos en marcha, Luka notó algo que en todas las horas que estuve atrapada en el santuario no me había dado cuenta.

—Espera —ordenó quedándose detrás de mí.

Sentí un leve dolor, seguido del alivio que no pensé que necesitaría, detrás del brazo y conforme nos adentrábamos en las calles el dolor fue disminuyendo.

—Listo.

Volteé a verlo y me asombré al distinguir lo que estaba en su mano. Se trataba de una delicada pluma azul con pequeños toques de verde y negro que le daba la ilusión de un ojo en el extremo contrario a la punta. Me incliné y le arrebaté la pluma para examinarla más de cerca.

—Con que esto es —susurré tocando la punta sin filo de la pluma.

—Ten cuidado, no querrás pincharte de nuevo.

—No tiene filo.

— ¿A qué te refieres?

—No tiene punta. De esta forma no le puede hacer daño a nadie.

El auto se continuó deslizando por las varias ramificaciones de las avenidas y al igual que Luka parecía estar en piloto automático. Arrimé mi cabeza a un lado de la ventana, tratando de descifrar la razón por la que no había sentido ni siquiera la punzada o el dolor que generalmente venía acompañado de esta. Levanté la mirada, cansada de inventar teorías extrañas y en lugar de eso me enfoqué en Luka. Conducía con prisa, pero a pesar de eso, respetaba las señales de tránsito y a los transeúntes. Juntaba las cejas cuando pasaba demasiado tiempo mirando hacia un solo punto. Y apretaba los labios al momento de hacer algún cambio de velocidad.

Además, Luka había aprovechado bastante las horas que había estado encerrada. Su sudadera y jean fueron reemplazados por un traje azul metálico que destacaba sus ojos de hielo y su cabello azabache, bajo el saco vestía una camisa del mismo color indescifrable de sus antiguos lentes de contacto.

No fue hasta que el semáforo nos detuvo en una luz roja que Luka advirtió mi mirada clavada en él. Un jadeo de sorpresa salió de mis labios al verlo voltear su rostro, también sorprendido por mi acción.

¿Tenía que aclarar que no llevaba una corbata? Aquello era muy desviante de atención, un tipo de catalizador que gritaba por mantenerte fijado a él y olvidar lo que querías decir.

"Desviante, sí ¿esa era una palabra, no?" pensé rogando para que el semáforo no cambiara jamás.

—Estoy seguro que no es una palabra —dijo Luka.

Genial, ahora pensaba en voz alta.

—Y sí, lo hiciste.

Me sonrojé de inmediato, deseando que el auto me tragara. Era impresionante como Luka había descifrado lo que ocurría en mi mente, eso o era demasiado obvia a veces.

Giré mi rostro hacia el frente, en donde la calle continuaba abarrotada de un extraño tráfico del que no había sido espectadora desde mi primer día en París. Necesitaba enfocarme en algo que no fuera Luka, por ese motivo usé toda mi energía en idear un plan y no en espiar a Luka en silencio.

—Hey —chasqueó sus dedos frente mis ojos.

— ¿Sí? —respondí casi de manera inconsciente.

—Llegamos. Tienes que ir a cambiarte.

— ¿Qué? ¿A dónde? Y ¿Para qué? —pregunté confundida pero un poco más centrada.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora