Capítulo 68

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La noche caía sobre París, la Torre Eiffel se erguía en la ciudad como el monumento majestuoso que era, iluminado por las luces que se adueñaban de ella cada vez que la luna tomaba su lugar por sobre el guardián del día. Simplemente era un espectáculo digno de admirar, sin importar cuantas veces lo habías visto, pero esa noche era distinta y el Maestro Fu lo supo al instante en que Wayzz se levantó sobresaltado.

—Maestro... Maestro —lo llamó saliendo del fonógrafo en el que dormía la criatura.

—¿Qué ocurre, Wayzz? —preguntó Fu, interrumpiendo su meditación nocturna.

El kwami no respondió, sus ojos explicaban todas las emociones con las que se había levantado y el corazón del Gran Guardián se lo confirmaba con una fuerte punzada en el pecho que lo dejó sin aliento por unos pocos segundos.

—No... no puede estar ocurriendo.

—Es la única razón y lo extraño es que la energía que irradia no se inclina a ningún lado.

—Ni buena, ni mala —susurró Fu, llevándose la mano al mentón.

—Esperemos que no suceda como Hawk Moth.

—Le advertí del riesgo y me ignoró en su afán de recuperar a Emilie. Es terco y su hijo es igual. Los Agreste no miden las consecuencias, nunca lo hacen.

—Ojalá los chicos estén listos para luchar contra él.

—Ese es otro de mis miedos —soltó el anciano caminando de un lado a otro, intentaba controlar su respiración pero con cada día que pasaba, la preocupación se disparaba por los cielos.

—¿No cree que estén preparados?

—Lo están, pero no para lo que se viene.

—¿Qué intenta decir?

—Lo mismo que sentiste.

—El miraculous del pavo real ha sido activado —dijeron al mismo tiempo mientras miraban como una estrella fugaz cruzaba por el cielo parisino.

.

.

—¿Quién eres tú y qué haces aquí?

—Llámame Le Paon, vengo a ayudarte.

.

.

—¡No! —desperté gritando en medio de la noche.

El corazón me bombeaba tan rápido que casi podía sentir como este quería salirse de mi pecho, la sangre había caído a mis pies y el oxígeno no llegaba a mi cerebro, producto de esto, todo me daba vueltas, la habitación parecía que se desvanecía y algo faltaba.

Los ojos me comenzaron a pesar y definitivamente levantarse de madrugada nunca era una buena opción, aunque asumía que esa sería la única salida de mi pesadilla.

En ella, le había hablado a Nath sobre las perlas en nuestra cita, su mirada cambió de tranquila a furtiva y de un segundo a otro, ya no estaba en la mesa.

El lugar se oscurecía, me veía corriendo, abría una puerta y lo encontraba yaciendo en el santuario, extrañamente ninguna explosión había sido detonada.

Su frío cuerpo estaba en el suelo.
Y entonces, desperté.

—¡Piper! ¿Qué sucede? —preguntó, Trixx volando hasta la cama.

—Tengo... tengo miedo —tartamudeé mientras un bombeo volvía a crecer en mi pecho—. Tengo... tengo que calmarme. Voy a...

Intenté levantarme pero todo comenzó a moverse, una vez más, las cosas de la habitación se mezclaban entre sí, dando como resultado una especie de sopa enlatada, me estaba mareando.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora