Capítulo 97

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- ¡Bien! Necesitamos un plan -el Maestro Fu intervino chocando sus palmas.

Durante las conversaciones con Luka, Nath y mi hermana, una pequeña bombilla de esperanza se había encendido en mi cabeza. Los tres me habían dado una pieza del rompecabezas que poco a poco iba tomando forma. Era momento de hablar del elefante rosa en la habitación.

-Nath me dijo algo importante -recordé presionando, con dos de mis dedos, el puente de mi nariz-. Mencionó que las veces en que fue akumatizado, el akuma estaba dentro de una esfera.

- ¿Una esfera? ¿A qué exactamente te refieres? -preguntó Adrien levantando sus cejas.

-Una especie de... ¿akumatizador portátil? -afirmé en duda, únicamente por darle un nombre al dispositivo.

- ¿Eso existe?

-Si Hawk Moth logró condensar energía negativa, es técnicamente posible hacer lo mismo con positiva, como la que usa Ladybug para purificar los akumas ¿no es así? -Ladybug miró con esperanza al anciano que no había pronunciado ni una sola palabra desde que nuestro demente debate había empezado.

-Después de lo que el joven Kurtzberg te dijo y de lo que confesaste -señaló el Maestro Fu, refiriéndose a mi extenso repertorio en el que revelé mis verdaderas primeras intenciones -, al parecer todo es posible y hasta quizá tengamos una pequeña ventaja. Dudo que alguna lógica se aplique a nuestra situación.

-Ya tenemos la esfera -dedujo Adrien mirando la bombilla en la mano de Ladybug.

-Sólo necesitan invocar la perla del corazón, intentaré...

En eso, el sonido de unos pasos extendiéndose en el túnel, me obligó a detenerme. Bien podía tratarse de un aliado o enemigo y después de las varias sorpresas que nos habíamos llevado hace pocos minutos, no estaba en el itinerario ningún cambio abrupto. Sin embargo, conforme la figura avanzaba entre las sombras y era bañada con la tenue luz de las lámparas, quedó en claro que cierta castaña no quería nada más que una muestra de tregua.

Con flauta en mano, deslizó sus botas sobre lo que parecía asfalto y nos miró fijamente, deteniéndose unos cuantos segundos en cada uno de nuestros rostros, con el fin de descifrar nuestros movimientos frente a su visita.

Soltando el aire en sus pulmones, cerró sus ojos y suspiró. Su rostro no mostró ninguna emoción, cuando llevó su mano derecha a descansar sobre su pecho para retirarse el miraculous. Con el silencio como compañero de sus acciones, avanzó hasta mí y envolviendo sus brazos a mi alrededor, me atrajo a ella, en un abrazo tan acogedor que sus latidos golpearon mi inerte corazón, aferrándose a mi cuerpo con tanta fuerza, que temía soltarme porque podría desaparecer en el acto.

-Alya, yo...

-No -susurró silenciando mis sollozos-. Escuché todo, Piper. Sé por qué lo hiciste -retrocedió un poco con sus manos aún en mis hombros-. Te entiendo y no te juzgo ¿quién soy yo para hacerlo? Además, creo que esto es tuyo.

Balanceando el miraculous en sus dedos, levantó su mano, dejando a la vista el collar que colgaba de sus dedos. Ahogué un grito de sorpresa y miré el miraculous.

No había ninguna posibilidad de que aceptara su propuesta. Siempre supe que el momento en que la verdadera portadora tuviera el miraculous, yo quedaría de lado. Porque de cualquier ángulo que lo vieras, era ella quien de hecho lo merecía. Alya debía tenerlo, así lo decía el guión, así Thomas lo había planeado...

-No. Tu vida no está definida por algo, que alguien a quien apenas conoces, escribió. La decisión, aunque no lo quieras, siempre será tuya y es hora que tomes una. Decide -respondió con una cálida sonrisa, de inmediato, sorprendiéndome al haber dicho las anteriores palabras en alto.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora