Capítulo 92

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Una bombilla.

¡Una maldita bombilla! ¡¿Acaso el lucky charm no se daba cuenta que estábamos en una situación de vida o muerte?!

Las mariposas continuaban envolviendo el firmamento en sus alas, clara demostración que el tiempo no se había detenido, ni Hawk Moth se había tomado un descanso mientras Ladybug invocaba su poder y tomaba el objeto del aire para amarrarlo con su yoyo a su cintura.

A lo lejos, rastros de la discusión entre Rena Rouge y Volpina eran esparcidos como azúcar sobre un bagel, al igual que los golpes que ambas intercambiaban.

— ¡No me esconderé sabiendo que puedo hacer algo por mis amigos! —siseó Rena Rouge como si lanzara veneno sobre Volpina. Chocó su flauta contra la de su rival, empujándola al otro extremo de la acera.

— ¡Si hubieras seguido el plan, no habría nada que hacer! ¡Él no estaría aquí! —objetó Volpina.

Ella giró en sus talones, levanto su flauta y corrió en la dirección que fue arrojada. Una vez que estuvo a pocos centímetros de Rena, clavó el instrumento en el suelo, usándola como si fuera una jabalina, para luego impulsar su propio peso y elevarse sobre la heroína, cayendo en los hombros de Rena.

Sin embargo, ambos pesos combinados fueron demasiado. Rena trastabilló, enredándose con sus pies —a propósito—, terminando en el suelo con un rebote que se repitió unas cuantas veces, antes de que la heroína volviera a enderezarse e invocara ilusiones que nunca antes había visto en su mando.

Pequeños monstruos de color rojo y con un gracioso gorro con hélice en sus cabezas, aparecieron a sus costados y en el momento en que identificaron a la intrusa, rodearon a la akumatizada. Volpina saltó entre ellos en un intento descarado por huir de sus decisiones, pero aquellas criaturas eran más listas de lo que parecían, rápidamente cerraron cualquier vía de salida para Volpina y envolvieron sus regordetas manos en sus extremidades.

La escena podía confundirse fácilmente con un sacrificio cualquiera al final de una película de bajo presupuesto de culto. Los gritos de auxilio de Volpina se elevaron sobre el caos en el que la ciudad se estaba convirtiendo con el paso de cada segundo, en los que nuestra batalla continuaba. Sus pulmones había llegado a una frecuencia completamente diferente a la que nuestros oídos estaban acostumbrados, a ese mismo ritmo en particular, las criaturas llevaron a la prisionera a los pies de Rena Rouge. Ella se inclinó y su mirada reflejó las miles de arriesgadas posibilidades que tenía en mente, reduciéndolas a una sola cuando estiró su mano y cerró su agarre sobre el dije de zorro que colgaba del cuello de Volpina.

A pesar de eso, el plan se vino abajo cuando al instante que la flauta de Volpina chocó contra el suelo, una bola de cañón pasó entre ellas, separándolas en diferentes direcciones, una vez más.

Al otro lado de la batalla, se encontraba Hawk Moth con sus manos levantadas en el aire, controlando a diestra y siniestra las mariposas que poco a poco se adueñaban del cielo. Estas mantenían su color blanco mientras no se acercaran al enmascarado, que era cuando se tornaban oscuras y cargadas de energía negativa. Ya que como si no bastaran las miles que invadían la bóveda sobre nuestras cabezas, dificultándonos la vista, habían otras que servían de puente entre los dos extremos del Sena —más dramático no podía ser—, y que se pintaban desde tonos lilas, pasando por morados oscuros, hasta llegar al desfavorable negro con cada paso que daba para avanzar en la pasarela.

—Necesitamos una trinchera —susurré, apretando la muñeca de Chat, obligándolo a moverse y salir de su trance.

—Me encargaré de Demoilustrador —sentenció Ladybug, tomando la iniciativa de la situación. Dándonos una última mirada de fortaleza, corrió hacia donde la bala de cañón había aparecido y desapareció entre la barrera de humo y akumas que se alzaba frente a nosotros.

Entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora