8: Riñas

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La mañana empezaba con una paz absoluta que sacaba de quicio a los jóvenes pero les traía cierto agrado a los adultos mayores.
Las rutinas en el barrio de aquella ciudad en Buenos Aires, eran de lejos divertidas. Eran los años 70's y todo lo que era un descubrimiento en los primeros países en Argentina llegaba tarde.
Pero aún así había quienes se sacaban provecho a todo lo que podían, Carlos siempre había sido un privilegiado en eso.

Esa mañana soleada salpicada de una desesperante tranquilidad, recibió el décimo llamado de su madre en lo que iba de la semana.
La mujer estaba perdiendo la cabeza, rara noche lograba conciliar el sueño y cuando podía solo dormía pocas horas, y en ese poco tiempo solía despertar en pesadillas. No podía vivir alejada de su hijo.
Tenía el número de Carlos, pero nunca o casi nunca atendía sus llamadas, lo único que obtenía era la voz de la guardallaves disculpándose y repitiéndole que le daría el mensaje a su hijo.
"Dejalo en paz, si está bien Carlos" le decía su marido en un perdido esfuerzo en despejar la mente de la mujer.
Carlos no atendía porque no le gustaba mentir. Si, a Carlos no le hacía gracia mentir, solo cuando se trataba de su madre. No quería mentirle a la única persona que quizás amaba, y la única que había amado en toda su vida.
No quería atender la llamada y decirle que estaba bien, que tenía empleo y trabajo decente, que estaba bien con Marisol y que Ramón era el mejor compañero del mundo. Porque todo era mentira y sonaba muy pesado en su cabeza y sería peor si lo pasaba a palabras, porque significaba que lo admitía.
Así que había adoptado el hábito de ignorarla, como hacía Ramón a veces con sus padres, pero Ramón no podía darse el lujo de hacerlo por muchos días, porque después venían las riñas con su papá.

Carlos otra vez ignoró la llamada de su madre.
Salió del departamento y subió a la moto que había tomado prestada un día antes. Se dirigió a la casa de Marisol. No caía ahí desde lo del padre en aquel bochornoso día que Ramón estaba rayado. Tampoco le importaba mucho lo que dijera el hombre, tenía ganas de ver a la chica.

Con los rizos golpeándole suavemente el rostro y el viento de frente, a través de sus oscuros lentes divisaba el camino, y al cruzarse a una bella chica de cabello rubio recordó el primer recuerdo que tenía con Marisol, cuando recién la vio por primera vez.
Miró a la chica que cruzaba la calle y vio en sus ojos un poco de timidez, al percatarse de que la estaba observando descaradamente sonrió porque se dio cuenta de que así mismo había sido su encuentro con la gemela.

El sol pegaba de lleno y llegaba a tocar hasta la sombra más escondida, era un día totalmente sufrido de calor.
En enero el verano del 71 en buenos aires había llegado como el más caluroso de los últimos diez años.
Una joven de cabello rubio intentaba cruzar la calle en un día bastante transitado al parecer. Con la mano suspendida frente a su rostro intentaba refugiarse del sol,su cabello atado de forma desprolija y sus tacones exageradamente altos llamaron la atención de un muchacho al otro lado de la calle.
Él la observaba con gracia mientras ella lucia molesta ante la mirada pícara, estaba sudada y no en su versión más decente-pensó ella-
Para cuando los autos pasaron y pudo ver que era su oportunidad de cruzar, Carlos estacionó frente a ella con el auto rojo que esa vez llevaba. Ella por un segundo dónde el sol misteriosamente fue cubierto por una nube oportuna pudo ver el rostro del chico, sus ojos espectantes y claros tomaron todo el pudor de ella haciéndola ruborizarse, Marisol descaradamente como nunca antes en su vida lo miró con el mismo descaro, porque ese chico de alguna manera impacto en ella de una forma que no supo explicar nunca.
Carlos era el chico más lindo que había visto, pero estaba segura que no era solo eso, el extraño de pelo largo era un ser de otro planeta, estaba convencida.

—Me vas a hipnotizar si me seguís mirando así...—le dijo él con una sonrisa ganadora.

Marisol no dijo nada, solo sonrió de la misma forma, porque todo en el chico era atrapante, como si fuera un ángel.

| El Ángel | Corazón ¿contento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora