17: Ramón ¿Tiene el corazón contento?

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Nunca pido que voten, pero plis si le gusta la historia pueden hacerme sentir amada ahre. Así que votenn


Tres días después ambos asomaban nuevamente en el barrio que los vio crecer, volvían a casa, y eso los tenía más a gusto de lo pensado.

Los conocidos los saludaban al ver pasar el auto, ilusos de la mirada de ángel que se proyectaba en los ojos de Carlitos. Lejanos a la remota idea que tenían un asesino frente a ellos nada más y nada menos que en persona.
Él les sonreía y los saludaba con un simple gesto de cabeza, al igual que Ramón que los miraba serio guardando un poco la imagen de siempre.

Volvieron a la pensión que alquilaban, la mujer al verlos llegar los miró con molestia, que luego cambió cuando Ramón le puso un fajo de billetes en las narices.

Al entrar a la habitación la encontraron como nueva y limpia, bueno, seguía con varios desarreglos, pero la seguían eligiendo porque los dueños nunca se habían metido ni preguntado, porqué dos hombres alquilaban un cuarto.

Carlos se pegó inmediato al teléfono y empezó a girar marcando el número de Marisol. Ramón lo ignoro y decidió tomar una ducha antes de ir a casa de sus padres.

-¿Hola?-dijo una voz clara al otro lado del tubo.

-¿Ana o Marisol?-preguntó Carlitos sin una pizca de delicadeza.

Se oyó un silencio al otro lado y luego se escuchó una voz irritada. -No llames más Carlitos.-

El de rulos se quedó con el teléfono en la mano y cierto desconcierto que le duró....dos segundos. Colgó también y después de quitarse las armas de encima se tiró en la cama abierto de brazos. Lentamente se quedó dormido sin notar nada a su alrededor.

Ramón salió ese día a la casa de sus padres, pero no regresó a la noche ni en la mañana.

Sin demasiados ánimos de salir Carlitos durmió toda la tarde y siguió hasta el otro día, impresionado por su cansancio lo despertó la ama de llaves tocando la puerta.

Al oír se levantó de prisa tomado un arma, para pararse a centímetros de la puerta apuntándole con la pistola.

-¿Quién es?-

Al comunicarle que tenía una llamada bajó el arma y se vistió con pereza sin molestarse en ponerse una remera.

Atendió el teléfono todavía adormilado y oyó una voz alegre del otro lado, Ramón le comunicó que estaba en algún lugar que no escuchó con Federica y que debía prender la tele. Colgó con más pereza y cierta molestia al escuchar el nombre de aquel tipo.

De vuelta en su habitación prendió el aparato como le indico su amigo, quién parecía bastante contento. Se preguntó qué era lo que esperaba que viera. Sentado frente a la tele, disgustando un cigarro, la imagen de un hombre adulto junto a Ramón le hizo un poco de gracia, el atuendo de Ramón aunque no podía verse el color lucia como algo que Federica le había prestado.

-Ramón, ¿Tiene el corazón contento? ¿Hay novia?- o algo así escuchó que le dijo aquel hombre. Enseguida se acercó al televisor y esperó atento a la respuesta del morocho.
Varios segundos pasaron y éste no respondía. Carlitos creyó que podía decir que si, aunque fuera una mentira y aunque eso implicará que lo nombre como mujer. Pero lo próximo dicho por el chico lo fastidió haciendo que vuelva a su posición a anterior. -No, pero escucho ofertas-

Con la mirada pérdida en algún punto lejano a lo que acontecía aquel programa, algo en él hizo un click, se sintió caliente y bajó por su pecho. Se sintió por primera vez desilusionado por Ramón.

Pero luego oyó la melodía que ingresó por sus oídos siempre alertas, y no pudo evitar observar lo próximo con una sonrisa.

Tu eres lo más lindo
de mi vida, aunque yo
no te lo diga, aunque yo
no te lo diga.

Sonrió al instante en el que Ramón cantó aquello, sin mostrar su dientes su gran sonrisa adornó sus facciones e iluminó sus ojos.

Si tu no estás yo no
tengo alegría yo te
extraño de noche yo
te extraño de día.

Su sonrisa crecía mientras se veía completamente atrapado por aquella escena que le resultaba magnífica, nunca dio demasiada importancia a las virtudes de Ramón cómo artistas, ni tampoco las creyó posibles.

Yo quisiera que sepas

-Pa pa pa, pa- tarareo la melodía.

que nunca quise así,
que mi vida comienza
cuando te conocí.

Y ahí fue cuando su corazón brinco saliendo de él y traspasó la pantalla imaginándose ahí con él, solo cantando y siendo Él y Ramón.

Tu eres como el sol
de la mañana que
entra por mi venta
que entra por mi ventana.

Ambos se movían al compás de la canción y Carlos lo observaba con una gran sonrisa, el morocho cantaba las líneas y parecían estar dedicadas sólo a él, centrado en un poderoso transe, disfrutó de la canción convenciéndose de qué quizás Ramón no sería mal artista. Pero de igual manera lo quería con él.

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Adentrado en él té que estaba tomando, su mente divagaba como se le había vuelto costumbre, pensaba en más lugares por conocer, pero no pensaba en tener más cosas materiales, sabía su propósito en la vida, estaba allí para disfrutar. Nunca lamentó no ser como los demás, lo único que lamentaba era no ser lo esperado por su madre, la única persona que le dolía. Pero no era culpa de ella ni de él, así era como eran las cosas, y quizás Dios, así lo había querido. Tuvo miedo de lastimarla, el único miedo que era digno de Carlos Puch.

-¿Sos perfecto vo?-la voz tosca del hombre sentado a su derecha lo sacó de aquel transe, sin entender demasiado negó con la cabeza, el tipo continúo diciendo algo incomprensible y sólo decidió ignorarlo.

Con un traje que se veía muy caluroso, de colores llamativos ingresó Ramón para concretar una llamada con quién notó después, su madre.

A Ramón le molestó que su madre hablara primero de la mamá de Carlitos, que parecía nunca había llamado. Enojado preguntó qué le había parecido su actuación, Carlos escuchaba la conversación con atención, el morocho lucia frustrado.

Al colgar Ramón con enojo, sus miradas se encontraron, Ramón sonrió en una extraña y pequeña mueca, Carlitos le ofreció un vaso de agua cuando éste se sentó.

-¿No les gustó?-preguntó, pero la cara de Ramón le decía todo.-no saben nada, son... delincuentes.-lo animó, luego se aproximó acercándose y sobre la mesa extendió una mano y rozó su nariz con su dedo, a lo que Ramón lo miró -A mi me gustó.-

-¿De verdad?-el morocho sonrió entusiasmado.

-si, parecías Frank Sinatra.-



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