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c a p i t u l o

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c a p i t u l o

s e i s :


“ o l v i d o ”


LUNA.

La última semana había pasado completamente rápido y parecía asi porque hoy rendí contabilidad, la materia que más había estado complicándome la vida, no sabía si sali bien, mejor dicho si salimos bien con Valeria, pero el motivo de esta salida era eliminar el estrés.

La previa lo hacíamos en su departamento y a pesar que parecía imposible despegar a ella de su novio lo hizo, solo por ser jueves por la noche. Aunque sabía que seguramente podría encontrarlo en el boliche y ahí sí, seguro me dejaba de lado como últimamente lo hacía cada tanto cuando salíamos.

—¿Che, me pasas el vaso? No es micrófono. —pedí a un compañero de la facultad que también cayó a la previa.

El chico se me río y me miro sorprendido.

—¿Luna era no? Ah, ¿hablas? —preguntó burlón.

—Dale, pasame. —insistí, el morocho se río y me paso la bebida.

Siguió jodiendome.

¿La razón? En la facultad no hablaba mucho, más que con valeria y tal vez dos chicas más, ¿con los chicos? me iba mal, me costaba mucho ser yo, ser la Luna buena, a veces chistosa o irónica era como que me agarraba vergüenza y era la mina más tímida. Ahora, si le impresionó que le hablara así era porque estaba tomando, y era lo único que me hacía soltar completamente estando con muchas personas.

Le decía muchas personas a seis locos, pero bue.

—¿Por que no hablas mucho? —volvió a insistir el mismo chico.

Me gire a verlo, era lindo para que mentir, su cabello era castaño, lindos ojos color miel y una sonrisa linda, era lindo pero era un cheto mal, chetisimo y a mi muchas veces lo chicos así no me caían, y éste era el mayor de todos los chetos que conocí.

—¿Tan mal te caigo, che? —siguió al darse cuenta que yo no conteste al estar sumergida en mis pensamientos.

—¿Como era que te llamabas? —pregunté mientras le daba un trago a la bebida.

—Joaquín. —dice algo sorprendido, capaz de que no sabía su nombre—. Pero vos ya podes decirme Joako.

—Ah, sí... bueno Joaquín, mira, no me caben los chetos y vos sos... lo más chetos que vi en mi vida. —conteste sincera, tomando de mi vaso, observe como en vez de esperarme que él me mire sobrado o algo así, sonrió.

Flores | Francisco Apaolaza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora