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c a p i t u l o
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e r r o r ”


LUNA.

Nuevamente me encontraba haciendo las cosas a las corridas. Aunque hoy exactamente no era mi culpa, sino de mi mamá, que llegó una hora más tarde de lo acordado de lo que le cubriría.

Bueno era algo así como mi deber, la ayudaba en la florería, me gustaba estar acá, pero los días como hoy se me dificultaban, hoy cursaba justamente a las 12:30 y estaba atrasada contando que el bondi iba a tardar como siempre, desde ya me estaba asegurando llegar tarde sin dudar.

—Hija, ¿ya estas?

Mi mama entró de golpe al baño sin golpear, gire mi cabeza para mirarla mal pero ella no me dio bola.

—Ya, ya salgo. —simplemente respondí.

Subí el cierre de mi jean para después ponerme unas simples zapas cómodas por hoy. Me quedaba solo pintarme un poco para sacarme la cara de muerta o mejor dicho taparla.

—Bueno, te buscan en la caja. —avisó y fruncí mi ceño para mirarla si había rastro de sonrisa en su rostro pero no.

—¿A mi? —pregunto confundida para asegurarme.

Saque de mi bolsito de maquillaje, polvo, corrector y el arqueador de pestañas.

—Sí, apurate. —contesto y sin más salió del baño.

No le di mucha importancia a eso. Me maquillo hasta verme complacida con mi cara y para después ponerme mi perfume que nunca faltaba en mi mochila. Antes de salir del baño vuelvo a revisar mi vestimenta, agradecía porque traje mi ropa para cambiarme a la florería, algo muy dentro mío me decía esta mañana que mamá iba a llegar tarde y así lo hizo.

Tome mi mochila con mis cuadernos y libro, dejando la bolsa con la ropa que me saque en el baño con la idea de decirle a mamá que llevará a casa cuando se iba.

—Me voy, nos vemos en la noche. —le dije a mamá que entraba a la parte de atrás con unas flores en mal estado.

Le di un beso en el cachete y me dijo que me cuidará, salí a la parte delantera del negocio encontrando una figura grande de espalda tecleando, por lo que se veía en su celular.

—¿Hola? —hable recordando que mamá me había dicho que alguien me buscaba.

El tipo se dio vuelta y al verme sonrió inmediatamente mostrándome sus perfectos dientes, entonces sonreí yo también.

Juan Francisco Apaolaza.

Mi ex compañero de colegio de primaria, mejor dicho ex compañero de recreo. Mi primer amigo del primer año, nuevamente estaba viéndolo.

—Hola, ¿como te va? —saluda bien y me observa rápidamente.

—Bien, ¿vos? —pregunte algo confusa de verlo de nuevo, pero no me privo de sonreírle también.

Casi olvidaba que estaba llegando tarde a la facultad.

—Me alegro, yo también. —me contesta y hace una mueca—. Venía porque hubo un error en el pedido del otro día.

—¿Si? —pregunte mordiendo mis labios. Justo lo que menos pensaba—. ¿Que pasó?

—Bueno... —empieza con una sonrisa seguro a él le daba más vergüenza, y re que esa debería ser yo—. Eran rosas las que te pedí y le llegaron flores... Y mi novia es alérgica.

Cerré mis ojos, sabía que algo mal iba a salir, me lleve la mano a los cachetes pensando.

—¿Tenes el recibo? —le pregunto y el asiente—. Bueno, podes... Podes decírselo a mi mamá ella ya está, le digo que fue mi culpa y listo elegís rosas nuevas, ahora no puedo ocuparme de eso a pesar que fue mi error pero no puedo estoy apurada, disculpa.

Francisco me mira asintiendo como que entiende pero después niega rápidamente.

—Igual, no es para hoy. Mejor mañana. —dice calmado y me regala una media sonrisa.

En esto me di cuenta que él no había cambiado nada, era el mismo nene que era antes, un amor y paciente.

—Bueno, mañana estoy en la misma hora, si queres podes venir y te atiendo yo. —propongo mientras empezaba a caminar a la puerta, el me seguía detrás—. O sí no queres esperar podes hablar con mi vieja ahora.

Agradecí que me abrió la puerta y la cerró detrás de él.

—No hay problema vengo mañana. —dice nuevamente y por alguna razón me saca una sonrisa.

Pero no puedo evitar pensarlo.

¿Por que sí puede hacerlo ahora, no lo hace?

¿Era cosa mía o el pibe quería que solo yo lo atienda?

Ah, sí, quién me creo, basta Luna.

Obviamente va a querer esperarme a mí si fui yo la que me mande la cagada.

—¿Estas yendo a estudiar? —levanto mi cabeza para mirarlo y asiento.

—Sí, bueno... —no quiero sonar maleducada ni descortés pero estaba apurada—. ¿Nos vemos mañana y arreglo lo del error de las flores? Te voy a devolver el 20℅ del efectivo.

Él niega, me dice que no es necesario, le digo que si y comienzo a caminar despacio hacía atrás para girarme e irme. Levanto a medias la mano para empezar a caminar con todo lo que pueden mis piernas a la parada del bondi.

Cuando su voz me detiene.

—¡Luna! —me llama, me doy la media vuelta para verlo—. ¿Hasta donde vas? ¿Te puedo acercar... si querés?

El Apaolaza alto y diferente me mira esperando a que le conteste agitando la llave de lo que supongo que es su auto.

Y es donde miro la avenida llena de autos yendo y viniendo por ser la hora pico, me fijo la hora en mi celular.

Ya no llegaba en el bondi, ni en avión pero por lo menos si iba en auto iba a tardar unos 10 minutos.

Levanto mi cabeza pensativa mirando a Francisco.

—¿Y? —pregunta de nuevo achinando sus ojos porque el sol que le da en la cara.

—¿No te molesta? —le pregunto acercándome.

El me regala una sonrisa y niega.

—No, dale, te llevo Luna. —sonríe y me señala con su cabeza para que suba a su auto.

Flores | Francisco Apaolaza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora