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c a p i t u l o u n o :
" n i ñ o s "
SEIS MESES ANTES
Luna se encontraba detrás de la caja de pago esperando que su madre entrará por aquella puerta del negocio.
Para ser un martes normal, desde la mañana hubo mucho movimiento, sabía que cuando le contará eso a su madre se iba a poner feliz, Alicia siempre decía que tener a Luna en el negocio traía suerte y un poco era cierto.
La chica reviso el último mensaje que le había enviado su mamá diciéndole que estaba en camino cuando el carillón de la puerta hizo ruido, avisando que entraba cliente.
El chico cerró la puerta con cuidado, observó sus alrededores mirando todos los tipos de flores, rosas, osos y demás adornos para regalar. Siguió su camino hasta llegar a la caja.
Francisco observo a la persona que estaba detrás de la caja, la chica de piel muy blanca y cabello largo rubio quién sutilmente guardaba algo detrás del mostrador, su celular.
La rubia levantó su cabeza ya con una sonrisa y haciéndole notar a Francisco sus ojos color celeste.
—Buenos días, ¿En que te ayudó? —pregunto con su tono amable mirando al chico.
Le había sorprendido un poco ya que de reojo cuando entró, Luna lo había visto y pensó que era un hombre mayor.
El jugador se le quedo mirando por un momento largo, esa cara, sabía que conocía a esa cara.
O eso creía.
—Sí, buenos días... —se acordó y preguntó inútilmente—. ¿flores?
Aunque en su mente seguía tratando de adivinar de dónde le sonaba esa chica.
—Sí, ¿Para llevar o prefiere mandarlas? —pregunto Luna inclinándose un poco para buscar su libreta y anotarlo.
Apaolaza siguió mirándola de ese perfil concentrado, hasta que su cabeza hizo un click.
En su mente rápidamente vinieron imágenes de cuando era un niño, de su infancia, momentos en la escuela primaria, los tres primeros años exactamente.
—¿Me dice? —habla Luna levantando la mirada esperando una respuesta para anotarlo en la libreta.
La rubia frunce levemente su ceño al ver como la esquina de los labios del jugador se elevaba, dibujando por completo una sonrisa.