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c a p i t u l o :

v e i n t i c i n c o.

“ e l  o r i g e n ”


LUNA.

Al despertarme y ver a Francisco durmiendo tranquilamente con los labios levemente entre abierto y el ceño algo fruncido me había sacado una sonrisa y pensé que por fin había pasado mi duelo, o mejor dicho mi especie de duele que hacía siempre en estas fechas, desde que papá había fallecido.

Siempre pensé que en estas fechas estaría sola, porque mi mamá de alguna forma también lo pasaba así. Y estaba acostumbrada a que los últimos años sean así que no me di cuenta que eso podía molestar a Francisco, o incluso pensar que yo no quería estar más con el. Y parece raro, pero por un momento había olvidado a Apaolaza, no porque no lo quisiera o no quiera verlo, solo porque necesitaba estar sola.

Y ayer después de salir del cementerio lo pensé, era la primera vez que no me senti sola en mi duelo. Francisco solo me había acompañado pero solo yo sabía lo mucho que eso significaba y el ni siquiera se daba cuenta que con ese poco hizo mucho. Me di cuenta que ya no iba a estar sola, sino el estaría conmigo, quería imaginarlo así conmigo, para siempre, porque sentía que tenías un futuro. Sonaba apresurado pensar así ya en el primer mes, pero eso me daba el... Todo lo que había buscado antes, lo tenía el.

Pensé en dejarlo dormir todo el día, pero el se adelantó diez minutos después. Esos diez minutos donde Francisco había hecho muchas muecas y solo quería saber qué estaba soñando... Al parecer su reloj mental y alarma que entrenaba sonó porque abrió los ojos de golpe que me hizo reír.

Sus ojos se dirigieron a mí y sonrío a medias, aclaro su garganta antes de hablarme.

—Buen día. —su voz sonaba más seria que normalmente, tallo sus ojos para verme nuevamente—. ¿Qué hora es?

—Temprano. —contesto y me acerco para besar su nariz—. Ocho.

Su alivia ya que vuelve a relajar su cuerpo y cierra sus ojos.

—¿Desde cuando me estás mirando? —pregunta soltando una carcajada baja.

Lindo, pienso.

—Dos horas capaz. —bromeo y el se ríe más.

—Te amo —suelta tomándome desprevenida porque todavía me estaba riendo.

Mi corazón llora por dentro y siento que lo amo mucho en tan poco tiempo y estoy a punto de acercarme y besarlo, pero la vibración de un celular en la mesa de noche molesta.

Miro más allá de Francisco para ver que era el mío, así que lo miro para preguntarle si me lo pasaba. Francisco se estira rápidamente para agarrar mi celular y pasarme mientras seguía vibrando en su mano, sus ojos van a la pantalla de mi celular y entiendo el porqué cuando veo quién me llamaba.

Flores | Francisco Apaolaza. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora