Capítulo 24

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A mediodía en el Portal de las Rosas, se encontraban Anthony y Rita.

-Qué ha pasado con los telegramas – preguntaba Anthony con su mirada puesta en la nada.

-No lo sé Anthony, no ha habido respuesta alguna, hoy muy temprano he ido al pueblo a enviar otro, espero que tengamos suerte con este.

-Este silencio me tiene muy angustiado, anoche soñé con ella, se le veía feliz más de pronto lloraba y me decía adiós.

-Tranquilízate Anthony, estoy segura que ese mal sueño fue producto de la fiebre que te aquejo toda la noche, me preocupaste mucho, por suerte la señora Elroy se encuentra en Chicago, si no seríamos dos las preocupadas.

-Discúlpame Rita, no es mi intención preocuparte.

-Vamos adentro el viento esta helado, tienes que cuidarte – conforme la enfermera empujaba la silla de ruedas miro al cielo y dijo – es raro parece que va a llover, que manera de recibir el otoño.

Mientras esto pasaba en Lakewood, en el pueblo, un auto paraba frente al único hotel.

-Creo que este auto no da para más, vaya que hemos tenido suerte ya estamos aquí, tal vez en este lugar nos presten unos caballos.

-Estoy segura que si Terry.

Minutos después.

-Solo pude conseguir uno, anda Candy apresúrate al lado de tu gran amor – decía burlonamente Terry.

-Nunca cambiaras... pero no quiero ir sola, acompáñame no tenemos nada que ocultar, estoy segura que Anthony te recibirá muy bien – dijo con gran ánimo la joven.

-Está bien... vamos.

A galope, Candy por fin llegaba a su anhelado Portal de las Rosas, de un salto bajo del caballo y corrió hacia la entrada de la enorme mansión y ahí alguien ya la esperaba.

-Vaya, vaya, vaya... el mensaje no mentía, estas aquí.

-¿Mensaje?, ¿qué mensaje?

-Una querida amiga me advirtió de tu llegada y me alegra que estés aquí, llegas a tiempo.

-A tiempo para qué Elisa.

-En pocos días seré la esposa de Anthony.

-MIENTES.

-No tengo por qué hacerlo, toma tu invitación.

Las manos temblorosas de Candy tomaron aquel sobre, saco la invitación y empezó a leer. Al concluir, Candy no pudo evitar llorar y se repetía.

-Esto no puede ser verdad, no puede ser verdad.

-A dónde crees que vas – preguntó Elisa al tiempo que detenía del brazo a Candy quien intentaba entrar a la mansión.

La Fuerza de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora