Capítulo 11

270 19 1
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Había transcurrido una semana desde aquella confesión, el amor era evidente en las miradas de Candy y Anthony. Stear, Archie y Elroy eran fieles testigos de este amor que iba creciendo, aunque la elegante dama no quería aceptar lo que ocurría a su alrededor.

Una mañana, muy temprano, alguien entraba a la mansión Andrew, minutos después salía del brazo de Anthony.

A la hora del desayuno.

-Sra. Elroy...

-Candice – interrumpió la matriarca – te he dicho mil veces que debes llamarme "Tía Abuela", no lo olvides.

-Lo siento... Tía Abuela... ¿dónde está Anthony?

-Él salió muy temprano con Elisa... fueron a pasear a caballo.

-Pobre Anthony.

-¿Por qué lo compadeces Archie? – preguntó Elroy.

-Nnno... no lo compadezco... solo fue un comentario.

-Un comentario de muy mal gusto. Ahora terminemos el desayuno – ordenó la matriarca.

Una hora después los hermanos Cornwell tomaban su lección. Elroy impartía clases muy duras a Candy, ya que la matriarca quería moldear el carácter de la pecosa a su voluntad, haría de ella una dama perfecta.

Por otro lado, Elisa disfrutaba del paseo, Anthony se observaba molesto, quería regresar a casa lo más pronto posible.

-Elisa, falta mucho... llevamos varias horas cabalgando.

-Vamos Anthony... no te quejes... solo que no recuerdo el camino

Ambos iban a paso lento, Elisa quería prolongar aquel paseo.

-Elisa... no habrás mentido – el joven detuvo su marcha – existe ese hombre que me venderá una nueva estirpe de rosas.

-Por supuesto que existe Anthony, yo sé que tu pasión son las rosas... yo no mentiría con esto... ¿no será que ya no te agrada pasear conmigo?

-No quise dudar de ti... perdóname.

Elisa que se encontraba a unos metros lejos de Anthony, hizo que su caballo se acercara al joven, quedando frente a frente.

La chica con un tono suave y hasta melancólico le dijo.

-Recuerdo con mucho cariño aquellos paseos de Escocia, los bellos atardeceres que compartimos, cuando galopábamos sobre Aramis... pero desde que ella apareció todo cambio, seguramente ella te puso en mi contra.

-Candy nunca sería capaz de eso. Elisa ya nada es como antes... cambiaste mucho, dejaste de ser aquella agradable dama... a veces pienso que tu actitud de Escocia fue fingida.

-¡¡ESO NO ANTHONY!!... yo... - la pelirroja no dijo más, jalo las riendas del animal e hizo girar al caballo, y con su fuete asesto un golpe brutal, el cual hizo que el caballo saliera despavorido.

La Fuerza de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora