Capítulo 4

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Al llegar al jardín trasero de su casa se detuvo a una gran distancia al ver a Kagome de espaldas a él, al parecer estaba meditando. Froto sus ojos para saber si lo que estaba viendo no era simplemente el reflejo del sol, pero no, era real, Kagome estaba siendo envuelta por una gran luz celestial blanca. A su alrededor empezaron a florecer de la nada flores, arbustos y unos tres árboles, silenciosamente y sin decir nada se volvió hacia el interior de su casa.

¿¡Acaso estaba compartiendo su casa con algo o alguien sobrenatural!? No quería creer nada de lo que vio, no creería nada de lo que acababa de ver ¡Ni siquiera creía las historias ficticias que su madre desde niño le relataba! seguramente aún seguía afectado por la conmoción de anoche, sí eso, estaba conmocionado.

-¡Inuyasha! – se sobresaltó a la voz de su visita sobrenatural ¿Es posible que ese rostro tan angelical sea algo perverso o peor un alma en pena? Definitivamente ya estaba delirando.

-¿Lista para salir? - pregunto evitando verla de frente.

-¿Para ir a comprar ropa de mujer? – Inuyasha asintió – Sí ¿Quieres que haga productos monetarios? –

-¿Productos monetarios? – pregunto confundido.

-Sí, el dinero, lo que se utiliza para intercambiar productos de valor – recordaba muy bien las clases de economía en el reino celestial, doscientos años y pudo leer todo lo que había en el templo de los libros, aunque ahora pensaba y creían que tendrían que actualizar esos libros ya que ahora en la tierra ya nada era igual a como lo era antes.

-No es necesario, yo tengo suficiente – tenía miedo de que podía hacer Kagome sí respondía con un "Sí". – Nos detendremos en la primera tienda que veamos, no puedes estar deambulando por las calles con pantuflas.

-Puedo ir descalza – se encogió de hombros.

-Eso es aún peor – lanzo una sonrisa olvidando por el momento lo que sus ojos habían visto.

Tal y como Inuyasha lo había dicho, al ver una tienda de ropa de femeninas se detuvieron y bajaron, compro un simple pero hermoso vestido para Kagome color verde-ya que Kagome había insistido en el color- junto con unas alpargatas blancas, aparte de conjuntos de ropa interior. A partir de ahí fueron caminando a pie hasta el centro comercial.

-¿Así que esto es lo que usan las mujeres aquí? – pregunto Kagome sin dejar de mirar y apreciar el hermoso vestido verde que llevaba puesto.

Había leído libros sobre la moda en el reino de los humanos, pero solo hasta el año 1880, en donde las mujeres usaban grandes telas en sus cuerpos que las cubrían del cuello hasta los dedos de los pies, acompañados de sombrillas o sobreros demasiados grandes y extravagantes ¿Tanto había evolucionado la moda? Definitivamente tendrían que actualizar los libros del reino celestial.

-Sí, lo que tú usabas era como para asistir a una fiesta de disfraces aparte de que era muy revelador – Inuyasha se cacheteo mentalmente ¿¡Otra vez actuando con posesión!?

-Siempre visto así – se encogió de hombros sin dejar de ver a la par que daba un paso las alpargatas, le ajustaba el pie, no podía mover sus deditos, era una tortura. - ¿También debo de usar esto lo que está en mi pecho y en mi intimidad? – preguntó, Inuyasha trago duro cuando la vio de reojo mirarse por dentro del vestido – Es incomodo esta cosa. Me siento su prisionera ¿Me lo puedo sacar?

-¡Definitivamente no! ¡Menos aquí! – exclamo sonrojado ¿Acaso Kagome no sentía pena hablar de todo aquello frente él? Hablaba con tanta inocencia que lo incitaban a Inuyasha cada vez más y más. Kagome noto la molestia en su voz y guardo silencio el resto del camino. –Ven, entremos aquí – tomo la mano de Kagome arrastrándola hasta llegar a una tienda dentro del centro comercial. Kagome sintió un pequeño cosquilleo en su corazón al sentir el contacto de la mano de Inuyasha con la suya. Confundida por lo que acabo de sentir se dejó guiar por una muchacha que buscaba por ella la ropa. La hicieron entrar nuevamente en un cambiador pasándole una montaña de ropa y unos pares de calzados.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora