Capítulo 16

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16

-Y ese deber ¿Cuál es? – interrogo Kagome con curiosidad. Tomo asiento en el sillón en donde Inuyasha estaba echado, poniendo su cabeza en sus muslos.

-Defender ambos reinos de un ser maligno – Kagome frunció su ceño y se inclinó hacia adelante para poder escuchar más, Izayoi sonrió e Inu No agarró un sándwich empezando a comerlo - ¿Cuántos años tienes?

-Cumpliré 200 años – respondió.

-Aún no habías nacido cuando, esto lo que te voy a contar, pasó – Izayoi respiro hondo antes de relatar recuerdos pasados pero no olvidados- Hace 250 años, un ángel con poderes similares a los de los reyes atento contra el reino celestial. Este ángel, creía que era digno de poseer el poder de los reyes, de gobernar ambos reinos, los reyes cada día que pasaba le dejaban en claro su lugar, hasta que el ángel se cansó. Él junto con otros seguidores, atacaron el reino, tomando por sorpresa a todos los fieles y defensores del reino celestial; murieron muchas deidades durante el combate, guerreros, ángeles, ninfas. El conflicto concluyo en cuanto muy poco de los seguidores se lanzaron por la frontera y antes de que el ángel los siguiera, los reyes lo lanzaron, a la vez, arrebatándole gran parte de su poder.

-Valla – exclamo Kagome impactada con los ojos abiertos y su boca entreabierta a causa del relato – Pero aquello, no está escrito en los libros de historia o los sabios no nos lo contaron.

-Eso es, porque aquella guerra por el poder, aún no fue concluida. Aparte, los reyes ordenaron no hablar de esto hasta que finalmente el conflicto acabará – agregó Inu No ahora tomando jugo de naranja.

-¿Ustedes...?

-Nosotros fuimos enviados junto con otros arcángeles a la tierra de forma humana, pero conservando nuestros poderes, con la misión de encontrar al ángel y a sus seguidores – ahora relataba Inu No – Al paso del tiempo, se libraron guerras en este reino en donde también participaron los humanos, el que generaba estas guerras era el ángel, o como en realidad se llama, Naraku, él ángel negro.

-Como sabes, todos los ángeles tienen un color de acuerdo a su aura, irónicamente el de Naraku, era el negro – dijo Izayoi, ahora ella comiendo.

-Las guerras se llevaron a varios de nuestros compañeros, nosotros, somos los únicos que quedamos contra el mal que aún vaga por estas tierras – con rencor Inu No dijo junto con su ceño fruncido – El poder de Naraku se debilita y eso, lo ha mantenido alejado de nosotros por varias décadas. En el momento en que empezábamos a tener los sentimientos humanos...-

-Me enamore de Inu No...- interrumpió Izayoi.

-Y yo de ella. Nos amamos varias décadas, todo eso, sin que los reyes lo supieran. Hasta que hace 30 años, Izayoi quedó embarazada de nuestro primer hijo, Sesshomaru; ambos sabíamos que esto estaba mal, pero...

- Para el amor no hay barreras ¿Cierto? – con una sonrisa dijo el arcángel del amor. Kagome le sonrió y asintió estando de acuerdo con la hermosa mujer.

-Los reyes se enteraron de nosotros, enviaron un mensaje con un querubín. El mensaje decía, que estábamos cometiendo un gran pecado, que en algún momento tendríamos que hacer una importante elección en cuanto nuestra misión terminase y que nuestros hijos, serían simplemente humanos – termino Inu No.

-Entiendo, ustedes no pueden volver al reino celestial a menos que cumplan con su misión- murmuro Kagome con la cabeza agachada. La única oportunidad que Kagome tenía de ser alguien normal se desvaneció.

-Lo siento mucho querida – Izayoi se sentó a su lado abrazándola por los hombros. Ambas miraron con curiosidad como Inu No le goleaba tres veces la frente de su hijo, haciendo que este empezará a remover y lentamente despertar de su corto sueño.

-Oye dormilón – le llamó Inu No - Tú chica te necesita.

-¿Mi chica? ¡Mi chica! – exclamo Inuyasha reincorporándose – Kagome – al ver que ella estaba a su lado y siendo abrazada por su madre, él no dudo en acercársele y empezar a frotar su espalda, acercando su rostro al de ella - ¿Qué ha pasado? – se dirigió a su madre - ¿Qué le has hecho? – le reclamo conociéndola.

-¡Oye! – ofendida su madre le exclamo – A ella la quiero. Me gusta para ti – le aclaró Izayoi a su hijo.

-Entonces ¿Qué es lo que sucede?

-Inuyasha, no me puedo deshacer de la perla – le confesó Kagome. Inuyasha la miro y se acercó a ella, el dolor de ella se reflejaba en sus ojos.

-Démosle un momento querido – le susurro Izayoi a su esposo, ambos se fueron hacía la cocina, dejando a la pareja solos en la sala.

-Con el tiempo... alguna manera encontrarás, no des por hecho esto...

-Inuyasha, no. Escúchame, no hay manera de poder quitarme la perla y si la hay, tú... ya no estarás – gimoteo Kagome sosteniéndose de los brazos de Inuyasha.

La abrazó, frotando su espalda y cabellera tranquilizándola. Sabía cuál era la verdad pero no quería aceptarla. Sentía la tristeza de ella, la cual era la misma que sentía él, ambos no querían perderse, se amaban demasiado como para querer alejarse.

-No importa, ya no importa – murmuro Inuyasha tomándola de los hombros y mirándola fijamente a sus lagrimosos ojos.

-Sí importa, no... no estaré contigo por siempre – gimoteo derramando lágrimas al cerrar sus ojos.

-Estaremos juntos, todo lo que el tiempo no los permita, lo juro – y sello su promesa con un beso suave, húmedo y pausado – Aprovecharé todo el tiempo pasándola contigo – Kagome asintió variadas veces y lo abrazó.

Estarían juntos, todo el tiempo que se les permitiera. 

°°°

Acabo de terminar el capítulo mis queridos, espero y les guste.

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ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora