Capítulo 7

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-¿Qué?- se carcajeo - Sí estás es una de tus bromas, no es nada gracioso – advirtió Inuyasha incapaz de ser paciente con una broma de esa manera.

Sí le hubiera dicho que era muy probable que fuera un mago, tal vez considerara creerle, pero no que aceptaría la teoría de Kagome la que decía ser un ángel.

-No es una broma. Sí no pregúntate a ti mismo Cuándo me dijiste por primera vez lo que Kagome decía ser ¿Por qué no me reí o me burle de ti y al contrario de todo eso te escuche con atención seriamente? – Inuyasha no respondió, Miroku tenía razón, su amigo no se había reído con la locura que él le había dicho hace días.

-¿Cómo explicas que ella sea un ángel? ¿Por qué crees eso? –Miroku suspiro y cerró sus ojos decidido a lo que le confesaría su amigo.

-Porque Sango lo era, ella era un ángel – Inuyasha abrió los ojos no pudiendo creer lo que decía su amigo, la esposa de su amigo de hace diez años era un ¿Un ángel? Imposible. Inuyasha guardo silencio esperando a que su amigo siga contando la locura de un cuento mitológico

– Sango llegó aquí hace diez años, ella era guardiana juntos con otros de su mundo, de la tierra. Los ángeles cuidan a los habitantes de todo el planeta tierra, pero ellos corren un gran peligro de enamorarse de los humanos, de poseer sentimientos, que en su hogar están prohibidos para ellos.

-¿Estás diciendo que Sango se enamoró de todos nosotros y por eso... dejo de ser un ángel? – preguntaba aún arisco a esa bobería de los ángeles.

-Sango se enamoró de los sentimientos, de lo libre que nosotros somos y... se enamoró de mí – sonrió al recordar diez años atrás. – Todo lo que te estoy diciendo no te lo diría sí Sango no hubiera estado de acuerdo y también por Kagome.

-¿Por qué Sango está aquí?

-Una vez que un ángel es invadido por los sentimientos de amor por un humano es desterrado de su hogar y mandado a la tierra siendo un simple mortal. Cuando ella llegó aquí y yo me la encontré, tardé un tiempo en darme cuenta de mis sentimientos, y estaba igual de loco, confundido y desesperado, como tú – señalo con su dedo delatador.

-Es imposible, me cuesta creerlo Miroku.

-Lo sé, y con lo terco que tú eres – Miroku blanqueo los ojos, Inuyasha lo miro fulminante – Solo quiero preguntarte esto y responde con la verdad. ¿Desde que Kagome se marchó has dejado de sentir paz cuando llegas a tu casa? – Inuyasha no respondió, solo desvió su mirada descubriendo la verdad que tenía antes sus ojos.

Desde que Kagome se había ido no solo dejo de sentir la paz en su casa, también en su trabajo y él mismo dejo de tener paz.

-Creo que ella está aquí por ti, deberías de escuchar su lado de la historia...-

Un gran relámpago acompañado de un trueno se escuchó retumbar desde el cielo. Él dios Bankotsu estaba molesto.

-El dios Bankotsu está molesto – murmuro Koga mirando el cielo ahora de un color grisáceo oscuro, muy pronto llovería.

-Alguien debió de haberlo molestado. ¿Su furia la pagan los humanos? – pregunto con curiosidad Kagome sentada en la acera de afuera junto al lado de Koga, ambos tomaban un café mirando hacia arriba, mirando el cielo.

-Se podría decir que sí, pero aquí las personas lo llaman mal tiempo, le llaman lluvia o mal clima –informo Koga dando un sorbo a su café – Las ninfas se deben estar divirtiendo, mira arriba – Kagome obedeció y de a poco observaba como de la nubes grisáceas caían gotas de aguas, Kagome vio maravillada el pequeño espectáculo – Las ninfas se divierten y los chapoteos de agua caen por la fronteras que dividen nuestros reinos; aquí es conocida como la lluvia.

ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora