"Como todo alfa, huí para servir a mi país, pero ese no es el punto, WonWoo, ¿quién es él?"
Kim MinGyu es un dominante alfa que tenía una vida tranquila y perfecta con su omega, Jeon WonWoo. Pero no todo lo perfecto dura para siempre.
MinGyu se aden...
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Caféycanela.
WonWoo tomó las llaves del auto de SeungCheol y bajó el ascensor del edifico de su departamento. Metiendo las manos en los bolsillos de su abrigo pues el frío comenzaba a hacer acto de presencia. El pelinegro ingresó al coche y se puso en marcha, no podía creer que siendo cuatro años después, todavía no pudiera sacar a MinGyu de su mente y pensamientos. WonWoo de sólo saber lo vulnerable que era ante él bufó chasqueando la lengua con la vista fija al frente. Odiaba tener que lidiar con la preciosa sonrisa del alfa en su mente, y por más que WonWoo quisiera odiarlo... rezabaporqueseencontrarasanoysalvo.
Las luces de los autos y semáforos le daban un panorama a WonWoo de que tenía que reaccionar, puesto que las farolas del semáforo cambiaron a verde y Jeon tardaba en avanzar. Sólo bastaron diez minutos más para que el omega llegase a su destino.
El supermercado.
WonWoo aparcó con cuidado en el estacionamiento y bajó del auto, respirando el aire fresco de la noche, estaba por entrar cuando el celular vibró en su bolsillo. Era SeungCheol.
—Por favor díganme que no han roto un jarrón.—WonWoo dijo tras responder la llamada.
—¡Appa!—DaeMin habló a través del parlante.—¡Compra helado de vainilla, por favor!
WonWoo sonrió mientras tomaba una canasta de la entrada y ka colgaba en su antebrazo.
—Está bien, cielo, nos vemos en un rato. ¡No hagas travesuras!—anunció WonWoo al colgar segundos después y empezar su rutina.
Sacó su lista de compra y comenzó su tour eterno por todo el enorme lugar, buscando cosas que necesitaría para su pequeño y SeungCheol.
Definitivamente tengo dos bebés encasa pensó WonWoo con una sonrisa cuando observó que la lista de cosas de DaeMin con las de SeungCheol eran más largas que las de él mismo. Con la canasta roja en sus manos, fue de poco en poco llenándola de alimentos y productos necesarios para su hogar. Sus ojos eran muy observadores en cada artículo y sus gestos de indignación eran notorios cuando veía el precio costoso de algo que a él realmente le gustaba.
•••
—¿Debería llevar el de res o camarón?—el militar de cabellos castaños se preguntó y buscó con la mirada a su colega, sin embargo, no lo veía por ningún lado.—A la mierda.—gruñó y sacó su radio portátil, encendiendo éste y oprimió el botón para comenzar a hablar.—¿Dónde mierda estás? ¿Fideos con res o camarón?