Capitulo 12

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Las letras en el brillante cristal decían, K Issartel, CSW, CAC, Licenciatura en Acupuntura.
Que diablos. Con gran determinación, Camila giro hacia abajo la agarradera y dio un paso adentro.

—¿En que puedo ayudarle?— La recepcionista preguntó amablemente.
—Um, tengo una cita con la Señorita Issartel a las tres en punto—. Miró
nerviosamente el reloj en la pared. Cinco minutos antes de las tres.
—Usted debe ser la Señorita Peaks— dijo la recepcionista.
—Tome asiento. La Señorita Issartel esta un poco retrasada—.
La mujer pelirroja tomó un sujetapapeles con algunos documentos adjuntos.
—Usted puede llenar esto mientras espera. Necesitamos su información de seguro y algunos otros datos vitales—.
—No tengo seguro. Voy a pagar al contado—.
—Oh, está bien. Tenemos un listado de honorarios. Asegúrese de complementar la sección tres—.

Camila se sentó en una silla y comenzó a llenar la forma. Ella había usado su nombre artístico para obtener la cita pero puso en la parte de abajo de la forma Cabello, sabiendo que Keana la reconocería al instante.
Dejó vacío el espacio donde se pedía información de un contacto para emergencias, dolorosamente admitió que no tenia a nadie a quien poner. A nadie le importa si algo me pasara, pensó tristemente.

Devolvió el portapapeles a la
recepcionista y regresó a su asiento.
Era obvio que todo el material de lectura en la sala de espera de los clientes de Keana era dirigido a las mujeres.
Un pequeño folleto sobre la mesa
trataba de como las mujeres debían hacerse su exploración mensual de
mama. Las revistas estaban todas orientadas hacia las mujeres y varios pósteres de auto-afirmación adornaban las paredes rosadas.

Camila tomo una copia de Deportes para mujeres y estaba leyendo un artículo sobre una jugadora de basketball femenina cuando Keana entro en la habitación.

—¿Camila?—
Ella lanzó la revista sobre la mesa y se puso de pie, ahora mucho más
nerviosa que antes. —Yo… um ...—
—Vamos a mi oficina—. Keana abrió la puerta y se apartó, su cara no
revelaba nada su estado de ánimo.

Camila entró en la oficina y se dio cuenta de que no era lo que ella
esperaba. El escritorio estaba situado pulcramente en una esquina, mirando hacia la pared. Un sofá de cuero colocado de frente a una silla que hacia juego con los otros muebles. Varios cojines coloridos estaban esparcidos junto con casi una docena de almohadas.
En la pared estaban varios diplomas, el nombre Keana M. Issartel claramente visible.

—Toma asiento donde tu desees— Dijo Keana en un tono cortés.  Camila escogió el asiento reclinable, haciendo a un lado los cojines y sentándose
rígidamente. La mujer de cabello castaño lo noto y se sentó en el sofá.

—¿Te apetece algo de agua o jugo?—
—No—. ¿Qué estoy haciendo aquí?Ella debe pensar que soy una lapa. No debería haber venido. —Lo siento. No debí haber venido aquí —.
Comenzó a levantarse del reclinable pero keana la detuvo con un gesto de su mano.
—Un momento. Puedes permanecer sentada si quieres. Todavía tienes
cuarenta y cinco minutos—.
—Bien—

—Camila, te dije que te podía recomendar a varios buenos terapeutas porque yo...—
—Ya se lo que dijiste— ella interrumpió. —Pero...— Apartó la mirada, enfocando su atención en un cojín amarillo. —No puedo hacer esto con un desconocido. No sé siquiera si lo puedo hacer contigo— ella agregó con su voz apenas en un susurro.

Su corazón palpitaba más rápido y el deseo de salir corriendo crecía.
—Tal vez debería irme—.
—No puedes estar huyendo por siempre, Camila. Llega un momento en el que es más difícil estar huyendo que resistir y afrontar tus demonios—. La terapeuta se inclinó hacia adelante, apoyando sus antebrazos sobre sus rodillas.
—No te puedo aceptar como cliente. No sería justo para ti—.

Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora