Capitulo 30

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A Camila no le hizo falta abrir la puerta para identificar la música que aporreaba las paredes. El hecho de que el Jeep no estuviera aparcado fuera sólo podía significar una cosa: Helen estaba sola en casa y Camila tenía que entretenerla hasta que Lauren regresara.
Con un profundo suspiro, giró el
pomo y entró. Lauren parecía llevar fuera un buen rato a juzgar por el escenario, digno de un desastre natural, que se le presentó.

Helen estaba tirada sobre el sofá
con el mando a distancia en una mano y el teléfono en la otra. La mesita del café estaba enterrada bajo un montón de envolturas de chicle y otros papeles. Al verlo, Camila se fue directamente a la cocina para no oír la conversación telefónica de la mujer.
Seguro que es de larga distancia, pensó mientras metía la crema en la
nevera. Una caja de seis cervezas casi vacía captó su atención. Espera,
espera… yo tenía cuatro de esas cuando me fui a trabajar esta mañana. Con renovado mal humor, agarró la botella que quedaba y cerró la puerta con fuerza.

—Ah, ahí estás— exclamó Helen desde la puerta. —Te he visto entrar, pero estaba al teléfono. ¿Te has acordado de traerme la crema?—
—Está en la nevera— respondió Camila acomodándose en el mostrador y llevándose la botella a los labios. —Y por cierto, la cerveza que te has bebido era mía—
—¿En serio? Vaya, perdona por no preguntarte. Di por hecho que me la podía tomar— Sin el sombrero, el cabello plateado de Helen se erguía casi de forma vertical sobre su cabeza y Camila se preguntó para sí si le habría llevado una foto de Phyllis Diller al peluquero.
—Supongo que no podías saberlo si nadie te lo dice— convino Camila a
regañadientes. —Casi todo lo que hay en la nevera es comunitario, excepto
la cerveza y esas cosas de nueces que le gustan a Lauren—

—Y dime, ¿qué tal te ha ido hoy? —preguntó Helen, cruzando la habitación y acomodándose frente a la mesa de la cocina.
—Normal. Ya hemos terminado con los muros del segundo piso—
—Me vas a perdonar, pero creo que estás demasiado buena como para andar jugando a Rosie la Remachadora. Podrías ser modelo—
Camila echó otro trago sin ninguna intención de abandonar el mostrador.
—La belleza se acaba tarde o temprano. Además, yo no remacho nada. Le pongo cemento a las estructuras. Toda una habilidad en la industria de la construcción—
—A mí me parece un poco de marimacho—
No te he pedido tu opinión, pensó Camila para sí.

—En fin… ¿Dónde ha ido Lauren?
—A ver a su madre. Yo estuve esta mañana, pero Clara tenía esa actitud post menopáusica tan suya que le impide mantener una conversación normal—
—Por lo menos se encuentra mejor y has podido entrar a verla otra vez—
—Bah— Helen hizo un gesto despreciativo con la mano. —No va a enterrar el hacha de guerra tan fácilmente, y yo tampoco. Debí haber llamado simplemente para ver cómo estaba, pero me apetecía tomarme unas vacaciones—
—Bueno, estoy segura de que tu hermana te agradece el que hayas venido a verla desde tan lejos—
Levantando la botella una vez más, se sorprendió al encontrarla vacía. Sabía
que tenía que comprar más en la tienda.
—¿Agradecérmelo? Por favor—
Helen hizo una mueca de disgusto
—Esa mujer no me ha dado las gracias por nada en su vida—
—Yo no conozco a la Sra. Jauregui lo suficiente como para decir nada, pero daría mi brazo derecho por saber dónde está mi hermana ahora—

Dándose cuenta de que había hablado de más, Camila dejó la botella en el
mostrador y abrió la nevera.
—Será mejor que vaya haciendo la cena—
—¿No sabes dónde está tu hermana? — preguntó Helen —¿Se pelearon o algo así?—
Camila negó con la cabeza.
—No. Sofía se escapó de casa cuando era adolescente. No la he visto desde
entonces—
Tras sacar las sobras de pollo y dejarlas en la encimera, Camila se quedó pensativa un momento antes de volverse hacia Helen.
—Oye, ya sé que no es asunto mío, pero la Sra. Jauregui es tu hermana. ¿Es que no te importa cómo esté?—
—Pues claro que sí— dijo Helen con tono cortante.
—Esa no es la cuestión—
—¿Y cuál es la cuestión?— preguntó Camila suspirando.
—¿Tan importante es si no ha terminado de pagar la casa o que sus ideas políticas no sean las mismas que las tuyas? Tú elegiste una vida de fiestas y multitudes. Viajar es tu mundo. Ella eligió una familia y ese es su mundo. ¿Es que no puedes aceptar que sois diferentes y ya está?—

Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora