Capitulo 29

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Los alrededores del aeropuerto estaban atascados de furgonetas y coches en constante batalla por ganar un hueco en el aparcamiento mientras una miríada de taxis trataban de colarse entre ellos.
—Odio venir aquí— dijo Lauren cuando otro taxi metió el morro en el escaso metro de distancia de seguridad que las separaba del coche de delante.
—Me sorprende que no nos haya chocado— afirmó Camila, mirando con desprecio al conductor.
—¿Quién fue el imbécil que diseñó este sitio?—
—No creo que la responsabilidad sea de ningún imbécil—
Echando un vistazo a la señal de aparcamiento limitado, Lauren comprobó el retrovisor y se metió
en el carril izquierdo.
—Estoy segura de que es cosa de un comité—
—De un comité hasta arriba de mierda— comentó Camila —Mira, allí hay un sitio—
—No, está demasiado cerca de la puerta. Seguro que es para discapacitados—

Al aproximarse, el dibujo azul en el suelo confirmó las sospechas de la
escritora. Les llevó tres vueltas más y, por tanto, volver a ver tres veces la
señal de aparcamiento limitado, el que Camila viera un coche salir en ese preciso momento y ocupar el lugar vacante.
—Esto es de locos— refunfuñó la morena.
—Ya sabía yo que debía haber una buena razón para no ir volando a ningún sitio. No por el avión, sino por el maldito aeropuerto—
—Y hasta aquí ha sido la parte fácil—dijo Lauren, haciendo girar la llave y activando el sistema de alarma del coche. —Tenemos que ver por qué puerta va a salir. Sólo me dijo el número de vuelo—

Se abrieron paso entre los
vehículos aparcados, aunque sólo para verse detenidas de nuevo por una doble hilera de coches que no parecían dispuestos a frenar lo suficiente como para que ellas pudieran cruzar. Tras asistir pacientemente al tremendo repertorio de frases coloristas de su compañera de piso, Lauren
aprovechó un espacio y se lanzó como una flecha hacia la Terminal principal.
Los brillantes carteles de señalización y el fluir constante de personas
creaban una abigarrada colección de colores y sonidos. Lauren se detuvo ante uno de los mapas el tiempo suficiente para orientarse, decepcionada al comprobar que la puerta a la que tenían que ir estaba justo en el otro extremo de la Terminal.
El temperamento de Camila estaba ligeramente sensible aquel día, hasta el punto de que Lauren se vio temiendo que, si algún transeúnte le daba un golpecito por accidente, iban a intercambiar algo más que insultos y gestos obscenos.

Para cuando llegaron a la puerta, Camila estaba claramente nerviosa y sin darse cuenta sacó su paquete de
cigarrillos.
—Cierto— dijo con tono frustrado.
—Aquí dentro no se puede fumar—
Tras dejar escapar un suspiro de fastidio, Camila se dejó caer en la silla baja de plástico. Lauren se sentó junto a ella y observó que la zona empezaba a llenarse de gente que también esperaba el vuelo.
—Me temo que no— afirmó Lauren con delicadeza. Sin pensarlo, levantó una mano y la posó sobre el hombro de Camila, un poco dolida al sentir un estremecimiento bajo sus dedos.

Planteándose por un momento si apartarse o no, la escritora dejó que su mano resbalara hacia abajo, masajeando con suavidad la parte alta de la espalda de la joven. Dado que ésta no hizo nada por apartarla, Lauren alteró el movimiento, formando pequeños arcos con sus
dedos hasta que sintió que la tensión y la tirantez de los músculos empezar a ceder.
—Hemos llegado quince minutos antes— dijo sin cesar de aplicar el
agradable masaje en la espalda de Camila. Era cierto que había sentido
cierto rechazo al principio, pero Lauren sospechaba que se había debido más a la reticencia automática de la joven mujer a que la tocaran.
—Me da que, cuando se vaya, la vas a tener que traer tú sola— dijo Camila,
aunque su tono era definitivamente menos agitado que antes.
—Yo no pienso volver a pasar por todo este rollo—
—¿Y cómo esperas que salgamos de aquí?— la interrogó Lauren con aire
irónico. —Dudo que el coche quiera venir a recogernos aquí—
Camila pareció reflexionar sobre el problema y frunció el ceño aún más.

Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora