Capítulo 25

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El departamento estaba oscuro cuando llego Camila, excepto por la bombilla que iluminaba la puerta principal. Dio una rápida mirada y vio que no se encontraba el Jeep de Lauren.

Me pregunto a dónde habrá ido, Camila pensó mientras caminaba por el pequeño camino hacia la puerta.
Lanzando sus llaves sobre la mesa, Camila caminó hacia la cocina, buscando en la oscuridad a tientas el apagador. Mirando la puerta del refrigerador, frunció el ceño cuando no vio ninguna nota para ella.
—Probablemente estará de regreso en un momento— dijo para el cuarto vacío.
¿Qué dijo que quería para la cena? Alguna clase de pez. Arrugando su nariz ante el pensamiento, Camila abrió el congelador y sacó una pizza congelada. Qué diablos, al menos es comestible. Algunos minutos más tarde la pizza estaba en el horno
y Camila estaba en el sofá. Con el control remoto de la televisión en la
mano, comenzó a pasar los canales.

Aburrido, sin interés, aburrido, oh Dios, no los Waltons. No, no, naw, Oh por favor, eso es tan falso. ¿Quién diablos va a creer que dos tipos pueden vencer al infierno salir de allí y seguir de pie? Sesenta canales y no hay nada interesante. Dejándolo en un show de juegos, lanzó el control remoto a la mesita de café y se miró su reloj de pulsera.
¿Dónde diablos estás? Pensé que ibas a quedarte en casa esta noche.
Dos horas más tarde la pizza se había terminado y Camila se encontró
sentada en la silenciosa sala de estar mirando el reloj de la pared. La
televisión había sido apagada para poner algo de música, pero tampoco resultó muy entretenido y fue apagado también.

¿Vamos Lauren, dónde estás? Su
pregunta fue contestada cuando escuchó el sonido de una llave siendo metida en el cerrojo de la puerta principal. Camila se levantó de un salto y abrió la puerta.

—¿Dónde diablos has estado?— Camila exigió.
—Hola. No esperaba que estuvieras en casa todavía— Lauren dijo, sus brazos llenos de bolsas plásticas blancas de la tienda de comestibles. —Creí que
debería comprar algunas cosas. Casi ya no teníamos nada—
Camila siguió a su compañera hasta la cocina.
—¿Cuánto tiempo te puede
tomar eso? He estado en casa desde las siete—
Lauren colocó las bolsas sobre el mostrador y comenzó a guardar los
abarrotes en la alacena.
—Voy al centro comercial que esta cerca de la interestatal. Tienen los mejores precios, por eso usualmente esta lleno de gente. Me tomó casi media hora sólo para llegar a la línea de cajas— Lauren miró con atención en el bolso. —Espero que te gusten las naranjas. Estaban en oferta, así que compré dos bolsas—

—Puedes olvidar las naranjas por un minuto— Camila dijo. —¿No me pudiste haber dejado una nota? No tenía ni idea de dónde estabas— Tomando la jarra de aceitunas, abrió el refrigerador y descuidadamente las lanzó en el estante.
—A mí me estás jodiendo de que me asegure de dejarte saber a que hora
vendré a casa ¿pero tú no puedes tomarte dos segundos para dejarme una nota?—

—Lo siento, pero no pensé que estarías en casa hasta más tarde. Dijiste que irías al Tom Cat Club y como no llegaste a las seis supuse que ibas a llegar  más tarde— Lauren dijo, doblando pulcramente las bolsas vacías.
—Sí bueno, he estado aquí mirando las paredes por lo menos dos horas
preguntándome dónde diablos estabas. Dame eso— Tomando las bolsas de las naranjas, se volvió caminando hacia el refrigerador.
—Estarás feliz de saber que ya no trabajaré más en el Tom Cat— dijo Camila, empujando las naranjas dentro de las gavetas de abajo.
—Sí, estoy feliz de escuchar eso y cuidado con esas. Quiero naranjas, no jugo de naranja—

—Tuve un día pésimo en el trabajo y juro que si un retrasado más insiste en poner su maldita música de rap, le voy a empujar esa maldita gaveta del refrigerador en la garganta.
Luego me voy a ver a Rick y se comporta como un verdadero imbécil entonces vengo a casa y tú no estas por ningún lado—
Camila le quitó de un tirón la mantequilla de la mano a Lauren. Para molestia de Camila, su compañera sonreía burlonamente.
—¿Qué demonios es tan gracioso?—
—Es agradable saber que te preocupas— Lauren dijo, entregándole la botella de leche.
—¿Ya comiste?—
—Hice una pizza pero sabía más a la caja en la que venía. ¿Y tú?—
—Todavía no. Es muy tarde ahora. Sólo comeré un bocadillo—
—Pensé que ibas a preparar un pescado y arroz o algo parecido—
—Robalo y arroz. Pero lo haré mañana por la noche. El pescado se puede guardar— Lauren entregó los últimos abarrotes y separó las bolsas.

Broken HeartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora