CAPÍTULO 14

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*ANAHÍ*

-¿Qué yo tengo la culpa?- me incorpore y encare a mi ex novio de hace mucho tiempo- ¿Por qué tengo la culpa?, cuando el que la pasa llevando a fiestas eres tú.

-No lo puedo creer- dice negando con la cabeza y caminando en círculos- Y todo ese cambio que te hiciste, ¿para ligarte acaso a Dulce?, no conocía ese lado tuyo.

Mientras Christopher y yo discutimos, Dulce se reía a carcajadas parecía que en su mundo le causaba demasiada risa vernos pelear.

-Mi nerd preciosa y mi príncipe azul- dice ella tratando de ponerse de pie- ¿Puedo ser novia de ambos?.

-¡No!- le gritamos los dos al unísono cruzándonos de brazos.

-¿Sabes que Dulce?, ¡me largo!- le grité completamente fuera de mi.

-¡No espera Anahí!- Marcela apareció ante nosotros y me sujetó del brazo- Se que no sabe ni lo que dice, pero por favor sácala de aquí, solo tu puedes hacerlo.

-¿Tú también lo sabías?- pregunto Christopher incredulo.

Marcela lo miro pero no le respondió nada, al contrario lo ignoro y me ayudó a levantar a Dulce de ese maldito sofá en el que estaba. Acto seguido entre las dos la ayudamos a caminar escuchando barbaridades de su parte, aunque siendo sincera no sabía si reír, llorar o finalmente maldecir, me sentía demasiado estresada como para hacer cualquiera de estas últimas cosas, lo único que deseaba era sacarla de ahí y meterla en un baño con agua fría.

La casa estaba repleta de puras personas de dinero, y populares de la universidad. Todos me miraban boquiabiertos, supongo que por mi cambio de look, mientras que otros no me reconocían. 

En este momento estaba jugando el papel de la maldita perra que le robó la novia a Christopher y eso no me ayudaba para nada. Todos murmuraban y se miraban los rostros mientras la sacaba de la casa. A lo lejos podía ver al chico que alguna vez ame llorar, mientras golpeaba una pared, no me sentía bien con esto, pero evidentemente no sería capaz de dejarla en esta fiesta ni un minuto más. 

-¿Quieres uno?- me pregunta Dulce, sacando una caja de cigarros de uno de sus bolsillos- Fumar me sentaría bien.

-¡¿Que carajo pasa contigo?!... ¡no quiero fumar!, no necesito sumarle un vicio más a mi vida.

-No me grites- dice entre risas, saca uno de la caja he intenta fumar, pero se lo quitó cuando intenta fumarlo- ¡Oye!.

-¡No, Dulce, ya estas demasiado mal!- arrojó a lo lejos los cigarros.

-¿Te puedo hacer una pregunta, Anahí?- miro a Marcela recordando que ella me estaba ayudando con Dulce.

-Claro.

-¿La llevaras así a su casa?, su madre la va a matar.

-No, tranquila Marcela- niego con la cabeza y suspiró sacando un poco mi frustración- La llevaría a su casa en la montaña, pero ya es tarde así que la llevare a mi casa... supongo que tendrá que volver en sí allí.

-Gracias, por ayudarla- sonríe y asiento.

-¿Sabes?, lo hago porque la amo demasiado como para dejarla aquí... pero está idiota ya me a lastimado demasiado como para que merezca un poco de ayuda de mi parte. 

-Se que la amas... de hecho yo también te quiero pedir una disculpa- susurra mirando el suelo- Por tantas veces que te humille, te moleste y te falte el respeto Anahí... perdón.

"Perdón", esa palabra que significaba tantas cosas para mi, creo que sentí un poco liviano mi cuerpo al escucharla decir está palabra y creo que en mi subconsciente también estoy esperando que Dulce lo diga, no porque quiera que se humille ante mi, si no porque el perdón es como una medicina para el alma, y realmente cargo muchos resentimientos de tantas humillaciones, y de tantos momentos amargos por culpa de estas dos chicas que están ante mí.

Algún DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora