CAPÍTULO 18

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*ANAHÍ*

Dulce aún no despertaba. En estos momentos me encontraba en la sala de espera, deje a su madre estar un poco con ella, Christopher, Marcela y Hillary me estaban haciéndo compañia, por más que les diga que no es necesario y que vayan a dormir, aún así estaban acá. Más allá de que los quería en casa descansando, les di las gracias. Necesitaba un apoyo, y el de ellos era más que suficiente.

-Ten bebe un poco de café- Christopher me ofrece un vaso que había traído de la cafetería del hospital. Lo miro y niego con la cabeza, él suspira profundamente y no vuelve a insistir. Ya perdí la cuenta de cuantas veces me ofreció café. Pero no quería nada, solo quería que Dulce despertara, quería que este bien.

Marcela y Hillary se estaban quedando dormidas.

-Insisto en que se vayan a dormir.

-Yo no te dejare sola, y mucho menos a Dulce en estos momentos- me asegura Christopher. Marcela y Hillary se despiertan y opinan lo mismo que él. Supongo que por más que se los diga una y otra vez, no me harán caso.  Como yo con el café que Christopher me ofrecía.

La madre de Dulce sale de la habitación y me levanto de inmediato.

-¿Se despertó?.

-No- suspira- Pero creo que lo está por hacer, se está movilizando. Y creo que le gustaría que tu estés ahí cuando despierte. 

Sin responderle me dirijo a la habitación y entró en ella. Una vez más la tristeza y el dolor me invaden, no hay peor cosa que ver a alguien que amas en estas situaciones. Es desesperante y a la vez te llena de angustia. 

Me había contenido de beber alcohol demasiado tiempo, mi cuerpo estaba en abstinencia, y hasta cierto punto había logrado vencer las tentaciones. Pero ante las circunstancias, me estaba costando demasiado no salir corriendo en busca de ese algo que me tranquiliza por un largo momento.

Desvío mi mente de las tentaciones, y trato de ignorar que mis manos transpiran ante las ganas del vodka frío en mi cuerpo.

Me siento a su lado y pongo su mano entre las mías, apoyo mi cabeza en nuestras manos unidas y cierro los ojos, rogando que mejore, rogando que pueda salir adelante sin ninguna otra enfermedad.

Tal vez me habré quedado dormida al estar así, porque me despierta su débil voz.

-¿Any?- alzó la cabeza con cierta rapidez y sus ojos, nuevamente sin vida me están observando. Una vez más siento un dolor en el estomago- ¿Por que estoy aquí?.

-Dulce- fue lo único que pude decir al verla fruncir el ceño como si no supiera nada- Casi te perdemos...tu enfermedad está al límite, el doctor dijo que estás desnutrida, mal- le contesto luego de un suspiro, y sus ojos se ensanchan- Tranquila, todo va a estar bien- la miro a los ojos- Ahora estoy aquí contigo, y tienes a otras personas que también están contigo. No estás sola, y vas a salir de esto- sus ojos se llenan de lágrimas- No, no llores. Creeme cuándo te digo que vas a salir de esto- secó sus lágrimas.

Mis manos estaban temblando a causa de los nervios, y por la ansiedad desesperada de mi cuerpo.

-Any, ¿estás bien?- me pregunta asustada- Estás pálida.

-Estoy bien solo estoy un poco nerviosa- sonrío para que se tranquilice.

-Pasó lo que dije que pasaría- le frunzo el ceño- Sabía que te fallaría Any, trate de no hacerlo pero no pude yo...

-No, no te quiero escuchar decir eso, Dulce, no- digo al ver como abre la boca para responder. Vuelve a cerrarla y suspira- Sabíamos que esto iba a pasar- hago que me mire- Dul, sabíamos que no era fácil. Lo único que importa es que vamos a batallar como sea- sonrío para tranquilizarla, pero Dios sabe cuanto me duele verla en está situación.

Algún DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora