CAPITULO 24

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*DULCE*

Hace media hora salí de bañarme, y aún sigo envuelta en la toalla.

No es nada nuevo, porque cada vez que salgo de bañarme, me quedo de la misma forma viendo la televisión, revisando las redes sociales, leyendo o escuchando música.

Pero esta vez no me encuentro haciendo nada de eso, no, sino que estoy frente al espejo mirándome. Y la realidad es que me gusta lo que veo.

Estoy descansando bien, por lo tanto, no tengo ojeras ni los ojos hundidos. Mis labios no están secos ni lastimados. Y mi rostro ni luce cansado, sino que más bien relajado. No necesito maquillaje para cubrir nada, porque lo veo me gusta, por primera vez en mi vida. Se nota que estoy bien, y eso no es algo para ocultar.

Me sigo mirando, creo que nunca me detuve a mirarme tanto, y finalmente sonrío. Estoy bien, me siento bien, y me sonrío. Creo que no hay mejor sensación que sentir paz y tranquilidad después de una gran tormenta interna de emociones.

Y con la misma energía de aprobación que sentí al verme en el espejo, me cambio y salgo en dirección a la casa de Marcela quién tenía una pequeña reunión de amigos en su casa. Cuando tu día empieza siendo bueno, y te invade  una energía positiva, no hay cosa alguna que te moleste. En algún otro momento me hubiera molestado el ruido del claxon a causa del embotellamiento de autos, pero hoy lo ignoro subiéndole el volumen a la música. 

Llego a la casa de Marcela, y saludo a todos los presentes muy efusivamente. Espero que ninguno haya sentido la necesidad de golpearme por eso, por tanta alegría.

-Anoche tuviste sexo ardiente con Anahí, o mínimo estás drogada- dedujo Marcela al separase de mi.

Me río.

-Tuve sexo, sí, y no estoy drogada. Pero no es el sexo lo que me tiene así.

-¿¡Any es mala en la cama!?- pregunto boquiabierto, Austin. Justo cuando me siento frente a él con la copa de vino que me había dado Marcela al entrar. 

-¿Qué?, ¡no!.

-De acuerdo, necesitamos saberlo. Soy curiosa- dice esta vez Marcela.

-Además tiene cara de ser una diosa y una bestia en la cama mismo tiempo- afirmo Austin llevando la botella de cerveza fría a sus labios carnosos.

-No voy a hablar de eso contigo.

-Pero tampoco lo negaste- dice Marce guiñando un ojo mientras nos veía a ambos al mismo tiempo.

-¡Así que debe serlo!- exclamo mi amigo riendo victorioso.

Sonrío y suspiro.

-Chicos, estoy así porque me siento bien, me veo bien. Estoy feliz.

-No sabes cuanto me alegra oír eso, enserio- sonrío al ver al chico entrar con una mirada resplandeciente, ese chico que  me robo los suspiros, y los sueños hace mucho tiempo, alguien a quien todavía aprecio por haber formado parte importante en mi vida, y ese alguien era Christopher, quien sonreía con una botella de champagne en la mano. 

El dejo la botella en la mesa y se acerco a nosotros, a Austin le dio un apretón de manos mientras le dedicaba una sonrisa sincera, a Marcela la saludo con un beso en la mejilla y sacudiendo su cabello dejándolo alborotado un poco... y a mi, me sonrío con un atisbo de sentimentalismo en su mirada, me abrazo y por último beso mi frente provocando mi sonrisa inmediata. 

Al cabo de cinco minutos teníamos una charla bastante amena, todos estábamos retomando el tiempo perdido ya que después de graduarnos rara vez nos veíamos, excepto Marcela y yo que seguíamos el mismo contacto que antes, después de todo es como mi hermana.

Algún DíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora