Tengo los besos contados.
Cada beso que me diste.
Enumerados.
Desde el primero, lleno de timidez, deseo, ganas, nerviosismo e inexperiencia;
mi favorito, aquél en el que estabas casi borracho, lleno de pasión y fuego, que hizo que el mundo entero se desvanezca. Los ruidos de la fiesta se convirtieron en fuegos artificiales y los gritos de la gente en murmullos;
y el último, que no sabía que marcaba el final, con sabor a despedida, a no vernos nunca más, a nostalgia y tristeza.
Aunque ya te dejé atrás, si volvés, no te olvides de besarme otra vez. Que desde que te fuiste no he besado a nadie más. Por miedo a no encontrar otra boca como la tuya, que me encienda por dentro, que me haga arder. Sentirme como un bosque en llamas; lleno de furia, que me deje hecha cenizas, que me haga llegar al clímax, y que me deje con ganas de más.
Tus besos fueron el veneno más adictivo. O quizás fueron el antídoto.
Desearía poder seguir contando tus besos, para que se vuelvan infinitos y perder la cuenta.
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Me gustas, ¿cómo te lo digo?
PoesiaUn nuevo amor apareció en su vida. Ella no se anima a decirle lo que siente. Pero le escribe poesías casi todos los días.