Capítulo 11

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  - Gracias. ¿Dónde vamos?
- Pues, que te gustaría. Nueva York no es una ciudad con tantas cosas como para conocer. – quizá me equivocaba, pero lo único que veríamos serían, edificios y más edificios. – Pues, conozcamos Central Park o el puente Brooklyn. Para vivir aquí durante dos años, no conozco muchos lugares.
- ¿Parques de diversiones? – pregunto al pensar y no interesarle ninguno de los lugares que le dije. Sabía donde había uno, pero me traía malos recuerdos. – me gustaría visitar uno. – dijo como un niño pequeño el cual quería comprar un helado.
- Está bien, vallamos al parque de diversiones. – James sonrió, hizo una maniobra y comencé a darle indicaciones, lo había visitado anteriormente con los chicos.

Eran las dos de la tarde, tenía siete horas para sufrir junto aquel chico que aun me robaba cada suspiro.
Unos minutos más y ya. La cima de la montaña rusa se podía ver desde los estacionamientos, al igual que se podía escuchar los gritos de las personas.

Un revoloteo en su estomago y un nudo en su garganta.

«Recuerdos»

- ¿Estás bien? – pregunto James al notar como _____ se detenía.
- Si, sólo, tengo vértigo. – James rió.
- Pero...estamos afuera, ni siquiera nos hemos subido a algún juego.
- Lo sé, pero hace mucho que no venía y al ver la montaña rusa me ha dado...vértigo. – James sólo sonrió. Y comenzó a caminar de nuevo.

Ella agradeció para sus adentros que le haya creído aquella mentira. Jamás había sido buena para aquello.

James pago los tickets para entrar, luego de una extraña discusión. ____ tenía dinero, por lo que podía pagar su pase, pero aun así lo hizo James, con la escusa de que la idea de ir, había sido de él.

- Para la otra, pagaré yo. – luego de decir aquellas palabras, _____ se dio cuenta de lo que había dicho, quería que esto se repitiera. James solo sonrío.
- ¿A cuál primero? – pregunto el rubio.
- No lo sé. ¿Cual quieres tú?

James solo dirigió su mirada, a la gran montaña rusa. Yo solo trague fuerte. No tenía que haberle hecho, elegir.

- ¿Si nos subimos más tarde? Primero a los más tranquilos.
- ¿Tienes miedo? –pregunto burlón.
- ¡Claro que no! –me defendí. –como te dije, primero a los tranquilos, prefiero dejar la adrenalina para después. –James solo sonrió.
- Está bien, subamos a ese. –apunto a algo que debía ser, los autitos chocadores, yo acepte sonriente.

Amaba aquel juego. Y luego de eso, toda la tarde se nos escapo de las manos, estaba cansada y mareada pero aun faltaba el último y el más peligroso juego de aquel parque, la montaña rusa.

Estábamos en la fila y debes en cuando, trataba de escapar. Pero unos fuertes brazos me lo impedían. Además de la calidad de aquel cuerpo que hace tiempo no tenía tan cerca. Simplemente me desvanecía y no podía hacer absolutamente nada. Solo permanecer atrapada en aquel cuerpo musculoso.

Estaba siendo débil, volvía a ser lo. Subí lentamente la mirada. Grave error. Aquellos ojos miel se encontraban completamente brillosos, James me abrazo más fuerte. Lentamente comenzó a acercarse a mí. Nuestros labios estaban a centímetros de tocarse.

- Les toca. –dijo el chico encargado del juego. Agradecí a mis adentros que haya interrumpido aquel momento.
- Está bien. –contesto James desganado.

Nos sentamos en uno de los asientos de al medio. Cuando teníamos nuestra seguridad puesta, el juego comenzó a funcionar. Por el momento era calmado, pero luego, al llegar a una pendiente.

Tome fuerte la mano de James, fue un acto involuntario. La apreté mucho más, preparándome para descender.
La tarde se había ido rápido. Me había divertido, pero aquello debía acabar, tarde o temprano.

Eran las ocho con veinte minutos. Mi teléfono sonaba desesperada mente. Lo saque de mi bolso.

- Hemos llegado. –dijo automáticamente Jenny al otro lado de la línea.
- Está bien, voy para allá.  

Patito Feo. (James Maslow & Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora