5. El monstruo de hoy

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Prompt 5: Crucifijo.

Fandom: Tangled the Series.

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La ausencia de ruido en aquel calabozo era tanta que hasta el más mínimo movimiento tanto de algún guardia como algún prisionero ocasionaba un fuerte y distante eco que resonaba en cada pared. Asimismo, estaba tan escasa de iluminación que la única presente era la proporcionaba ya sea por cierto satélite natural o bien las estrellas sean la diurna o las nocturnas.

Pero en una de aquellas celdas, un chico que no sobrepasaba los catorce años luchaba vanamente contra los barrotes que lo mantenían aislado del mundo exterior mientras un mapache se mantenía fielmente a su lado.

La calidad del calabozo podía ser tan mala que incluso goteaba cada noche de lluvia, pensaba fugazmente Varian, pero los barrotes estaban tan bien asegurados que maldecía que su única fuerza fuera la alquimia.

Porque sí, al momento de ser encarcelado, los guardias habían tomado la sabia decisión de arrebatarle el susodicho material para evitar que intentara escapar. Y a decir verdad, temía lo que pudieran llegar a hacer en su laboratorio.

E incluso temía lo que pudieran hacerle a su padre cuando lo vieran.

Pero ante el abrupto recuerdo de su padre, el alquimista dejó de luchar contra los barrotes y cayo al suelo de rodillas con las manos temblorosas.

Rápidamente, Rudiger atendió al lamento de su dueño haciéndose un ovillo en su regazo, siendo rápidamente atendido por las caricias en su cabeza por parte del mencionado, quien hacia lo posible por ahogar sus sollozos.

Él solamente quería ayudar. Ayudar a Rapunzel, ayudar a Cassandra, ayudar a su héroe, y ayudar al reino con el asunto de las rocas.

Pero más que nada, lo que él joven quería era enorgullecer a su padre. Demostrarle que, a pesar de los constantes errores que solía cometer, era capaz de lograr lo que se propusiera.

Por eso aceptó ayudar inmediatamente a descifrar el secreto de las susodichas rocas que al más mínimo paso se extendían en demasía, así como encontrar el modo de destruirlas.

¿Era mucho pedir?

Comió más de lo que podía masticar, y ahora, gracias a ello, temía por el estado de su padre, desconocido hasta ahora por estar encubierto en ámbar.

¿Y eso en qué lo había convertido?

¿En el joven que alguna vez intentó ayudar al reino de Corona? ¿En aquel chiquillo risueño que buscaba demostrar el poder que podía llegar a tener la alquimia?

No. Para su padre, para la realeza, e incluso para Cassandra ahora no era más que un peligro, el monstruo que alguna vez quiso atacar a la princesa y secuestró a la reina para su propio beneficio.

Pero realmente no le dolía, porque realmente se había convertido en eso.

En un monstruo que no buscó más que nada vengarse contra la familia real por lo acontecido a su padre, que realmente no había sido más que culpa suya...

Por querer ayudar a alguien que le dio la espalda.

Estrechando a Rugider contra sí, el ahora famoso –y no de una buena manera– alquimista comenzó a llorar a lágrima viva, restando importancia a que ahora sus sollozos hicieran eco en las paredes de aquella cámara de tortura mental.

Pero en un movimiento brusco, de su traje salió un pequeño crucifijo de madera que resonó en el suelo llamando la atención del castaño quien, con lágrimas recorriendo su rostro, tomo con el cuerpo tembloroso antes de sonreír con tristeza.

Era de su padre. Era una de las pocas pertenencias de él que ahora estaban en sus manos, y que hábilmente ocultó para evitar que se le fuera arrebatado por los guardias.

Tal vez, de alguna forma su padre sería descubierto por la familia real y, al ver lo serio del asunto, accederían a concederle ayuda por más tarde que fuese para él.

Tal vez, aún había una pizca de esperanza para ambos.

Él, siendo sincero consigo mismo, no era muy creyente de esos temas a diferencia de su padre, pero era lo mínimo que podía hacer por él; manteniendo al mapache en su regazo, apegó el crucifijo en su pecho sintiendo los acelerados latidos de su corazón sintiendo que de una u otra forma él estaba ahí, haciéndole compañía y siendo ese hombro que tanto necesitaba para llorar.

Porque sí, Varian podría ser considerado un monstruo, pero aún tenía una pizca de luz en su corazón siendo sujeta por su padre. Y en contra de su voluntad, esa pizca salió cuando rezó por el bienestar de su progenitor.

Que Rapunzel pudiera encontrar la forma de liberarlo, que pudiera encontrar la forma de recuperar a aquel adolescente alegre que solamente trataba de impresionar a su dama de compañía.

Lo que él no sabía es que a una distancia muy alejada del reino, la princesa recorría otras tierras en compañía de su novio y mejor amiga entre risas y canciones.

Not Everything is Black and White ┋ FictoberMF18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora