Ouch.

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Millie ha notado como su mejor amiga ya no habla de Finn en las cenas. Ha notado cómo su mirada se pierde por algún rincón de la casa.

— Sadie, ¿estás bien? — era raro llamarla por su nombre, siempre le decía Sads. Millie pegó su oreja a la puerta para oír si su supuesta mejor amiga respondía.

Nunca lo hizo.

Suspiró con pesadez y se fue de casa. Ella acompañaría a Jaeden a su ensayo de su obra teatral. Cuando salió notó a Finn sentado en la escalera de su portico. Le dedicó una triste sonrisa y volvió a entrar a casa, buscó algo en un cajón de la cocina y volvió a salir. Caminó hasta a él, y cuando estuvieron a un metro de distancia ella le lanzó la copia de llaves que tenia de la casa del rizado.

— De nada — Millie se puso el gorro de su chaqueta y siguió caminando.

— Mills, espera — Ouch. La castaña suspiró , y siguió caminando. — ¿Cómo está Sadie? — Ouch.

— Tú deberías saberlo. Eres su novio ¿No? — respondió con pesadez sin siquiera voltear a verlo. Finn ignoró su respuesta y decidió preguntar algo más.

— ¡Espera! ¿Donde vas? — el pecoso apresuró el paso hasta alcanzarla.

— Con mi novio. — Ouch.

Demasiado tarde. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora