Horas más tarde habían dado a Finn de alta, y la pareja se dirigía a la casa del rizado, pues Sadie quería asegurarse que su novio descansara y se quedaría a dormir con él esta noche.— Mamá, llegamos — dijo Finn cerrando la puerta detrás suyo. Al voltearse quedó congelado, y no fue precisamente porque el invierno ya había llegado. Si no porque su mejor amigo, que ya no era su mejor amigo estaba allí. — ¿Que estás haciendo aquí?
— ¿No te alegras de verme Finn Michael Wolfhard? — respondió divertido
— ¿Porque tendría que alegrarme? — Sadie carraspeo levemente para hacerse notar.
— ¡Oh! Pero que belleza, un gusto madam. — el castaño se acercó con superioridad hasta Sadie y besó su mano — Noah Schnapp, un placer conocerte.
— Soy Sadie — la pelirroja sonrió. Extrañamente Finn no se puso celoso — ¿Sabes? Vivo al lado, podrías quedarte allí hoy, quiero pasar tiempo con mi novio. A solas.
— Oh por supuesto. Pero Wolfhard y yo tenemos que hablar después — Noah le dedicó un sonrisa falsa.
— ¡Genial! — Sadie chilló — Hablaré con Millie, nuestra mejor amiga. Ella te dirá en donde debes dormir.
— ¡No! — Finn alzó la voz — ¿Acaso recuerdas cómo está? Vamos Sadie, sabes que ella no esta bien
— Vamos amigo, ¿es fea? — preguntó con sus cejas alzadas
— ¿Que? ¡No! Ella es guapísima solo es que... no está pasando por un buen momento. — Finn miró hacia el piso, sintiéndose culpable por lo que su mejor amiga estaba pasando.
Gracias al cielo, y para la buena suerte de Millie, él no recordaba lo último que le había dicho Jaeden antes que lo dejara inconsciente.
— Tienes razón Finnie — Ouch. Millie le dice así. — Noah, quédate así ustedes charlan de lo que sea que tengan que charlar. Yo iré con Millie.
— Tranquila, soy muy bueno ayudando a la gente. ¿No es así Wolfhard? — Finn quería golpearlo, pero no le vendría bien otra paliza. — Diviértanse — canturreo mientras salía de la residencia del rizado para dirigirse a la casa vecina.
Al llegar, arregló las correas de su mochila y tocó el timbre, unos segundos después una chica con cabello hasta los hombros, y una bonita figura le abrió la puerta, dejando embobado al castaño.
— ¿Quien eres? — miró Millie con los ojos levemente entrecerrados al muchacho que se encontraba fuera
— El amor de tu vida, Noah Schnapp.— sonrió, Millie le devolvió la sonrisa falsamente y le cerró la puerta en la cara, golpeándole la nariz — Ouch.
— Vete o llamaré a la policía — habló la chica desde el otro lado de la puerta.
— ¡Tranquila! Sadie me ha mandado a dormir aquí hoy — dijo gangoso, pues tenía su mano ejerciendo presión en su nariz recién golpeada. Millie suspiró y abrió la puerta nuevamente, Noah entró y vio la gigantesca casa vacía, hasta que apareció la chica con una bolsa de guisantes congelados
— Para tu nariz. — le sonrió tímidamente.
Finn tenía razón. Si que era guapísima.