- Hey Millster - Finn llegó al lado de la castaña - Necesito contarte algo.- Oh que bien - Millie le sonrió - Yo también.
Hoy ambos declararían sus sentimientos.
Ella hacía él y él hacía su mejor amiga pelirroja
- Esta bien, yo primero - Finn tomó la mano de su mejor amiga, haciendo que este se sonrojara levemente y la llevó a las gradas.
- Te oigo - Millie le regalo una sonrisa boba. ¿Acaso esto de verdad ocurriría? Miles de mariposas en el vientre es lo que la castaña estaba sintiendo en este momento.
- Me gusta Sadie - y el corazón de Millie se partió.
Sintió un terrible vuelco en su estómago, y todas esas mariposas habían muerto, sintió demasiadas ganas de vomitarlo todo, su vista se comenzó a nublar y todo se volvió negro.
Unas cuantas horas después, Millie se encontraba en su habitación, abrió los ojos lentamente, viendo a sus dos mejores amigos con sus manos entrelazadas.
Al menos se ven bien.
La castaña estaba feliz por ellos, le alegraba que su mejor amiga pudiera volver a amar luego de lo que pasó con McLaughlin.
Pero siempre tiene la duda, de que hubiese pasado si ella hubiera hablado acerca de sus sentimientos con su mejor amiga. ¿Ella estaría ocupando el lugar de Sadie en este momento?
- Mills, gracias a Dios, te encuentras bien? - Millie tragó en seco, tratando de no soltar lágrimas al notar como el chico a quien amaba, miraba a su mejor amiga completamente enamorado.
Como deseaba ser ella.
- Estoy bien, pero creo que me vendría bien un poco de agua - Sadie asintió y salió corriendo de la habitación de su amiga
- ¿Ella lo sabe? - preguntó
- Se lo diré mañana, le he pedido una cita. - sonrió contento
- No se te olviden las margaritas - Millie trató de hablar sin que se notara que tenía un nudo gigantesco en su garganta. Cada vez se le hacia mas difícil contenerse.
- Cierto - Finn chasqueó su lengua mientras hacía un ademán con sus dedos - Son sus flores favoritas.
También las mías.