— Perdóname, por favor — apenas Jaeden y Millie salieron de la habitación, Jaeden la abrazó — Por favor perdóname. No sabes cuanto me arrepiento de todo el daño que te hice.
— Sophia te dejó. ¿No es así? — habló Millie correspondiéndole el abrazo de una manera fría
— ¿Como es que...
— ¿Lo sé? Fácil, un hijito de papá como tú, nunca se disculpa. Y menos por romper un corazón. — Millie se reprendió internamente por haber dicho esas palabras.
Quizá Jaeden no haya roto el corazón de Millie porque este ya estaba en mil pedacitos. Pero la había lastimado mucho.
Jaeden sollozó — Millie, de verdad lo siento. Eras lo único bueno que tenía en mi vida.
— Oh por favor, no mientas así Jaeden — Millie cruzó sus brazos incrédula — Tienes todo lo que quieres, besaste a una chica teniendo novia ¡y esa era yo, Lieherber! — la castaña rio sin gracia. Estaba herida. Le había dedicado todo su tiempo durante cinco meses a un patan.
— Millie por favor entiéndeme — alzó la voz
— No Jaeden. Entiéndeme tu a mí. — Millie lo señaló con rabia — Tenía miedo, no quería quererte Jaeden, sabia que me ibas a destrozar al final de todo esto. ¿Pero sabes que? Te di la maldita oportunidad, de quererte. Te traté como me gustaría que me trataran, para que así te sintieras bien, y vieras lo lindo que es hacer sentir bien a una persona a quien quieres. ¿Pero que fue lo que pasó? — Millie preguntó al aire. — ¡No valoraste Jaeden! En lo absoluto — a la castaña la voz se le estaba comenzando a quebrar. Estaba soltando todo lo que guardaba dentro. — ¿Pensaste en mi cuando la besabas? ¿Acaso recordaste que tenías novia? Se que es cruel, pero me alegro de que estés recibiendo de tu propia medicina Lieberher.
Y eso fue la gota que rebalsó el vaso. Ambos rompieron en un gran llanto. Millie le había enseñado tantas cosas a Jaeden, él de verdad había cambiado, había cambiado por ella, había aprendido de ella infinidades de cosas. Pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse, muy tarde para pedir perdón.
