Para Millie todo esto era un dejavú. Todo sucedía en cámara lenta, ver como le ponían oxígeno a Noah, o como le ponían un cuello ortopédico o simplemente como los doctores hacían todo lo posible para que este se mantuviera con vida.Era totalmente desgarrador.
Al llegar al hospital, pusieron al castaño en una camilla más grande, y en un par de minutos, Noah estaba conectado a una máquina, que contaba sus signos vitales. Los cuales, según el doctor podrían detenerse en cualquiera momento.
Millie estaba ahí también, tomando la mano del castaño dulcemente, acariciando su cabello y susurrándole que todo estaría bien, él podía salir de esto. En realidad todo lo que Millie le estaba diciendo eran sus deseos en este momento. Quizá no los estuviese escribiendo en su libreta, pero se los decía a él.
— Vamos Schnipper, no me dejes — sollozó — No ahora —Millie abrazó al chico, poniendo su cabeza en su pecho sintiendo el corazón acelerado del ojiverde — Te quiero — dijo antes de plasmarle un dulce beso en la frente. — No sabes cuanto — le susurró.
Millie se rindió y se levantó de su pequeña silla al lado de la camilla y comenzó a caminar hasta la puerta.
— Yo también te quiero Millster. — habló Noah con dificultad. Millie se volteó tan rápido como pudo y corrió hasta él para abrazarlo.