Capítulo 05: Compañeras de viaje

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Odette se mostró sumamente molesta por la vergüenza que había sido obligada a pasar. Como recompensa, exigió que el chico le contase a detalle todo lo referente a los disparates que había gritado sobre conocer a Minerva.

Ya había hablado sobre su pertenencia a otro mundo. Daba igual contarle la historia completa a la chica, así que habló rápidamente sobre su encuentro con la diosa.

—Y luego desperté en la casa del señor Genar —terminó Kouta.

—De acuerdo, creo que estás loco por pensar que hablaste con una diosa —dijo Odette, analizando el rostro del muchacho. Mantuvo su sonrisa en todo momento—. Pero estabas seguro de estar obligado a decir la verdad hace unos momentos... ¿Sabes qué? ¡Creo que voy a creerte!

La chica comenzó a guardar un montón de objetos en la caja que llevaba antes consigo. Kouta no pudo alcanzar a ver que era todo aquello, pero un mal presentimiento lo invadió. Su corazonada se confirmó cuando Odette se volvió hacía él con una gran sonrisa.

—Bien está decidido. Iré contigo, al menos hasta el siguiente pueblo je, je.

—¡Nada de je, je! Olvida lo que te he dicho, ¿de acuerdo? —Kouta salió de la casa, dejando ver en claro que no la aceptaría—. Gracias por la comida.

—¡Espera! ¡Iré a decirle a mi hermano que voy contigo y...!

Kouta dejó a la chica hablando sola, con la intención de marcharse del pueblo, esta vez de forma definitiva. La casa del señor Genar estaba cerca, así que pensó que sería buena idea despedirse del buen herrero.

***

Genar se encontraba en el frente de su casa, trabajando en un arma larga, como una especie de lanza. Al verlo, Kouta lo saludó, para luego comunicarle que estaba por dejar el pueblo, rumbo a Grauldius, además de agradecerle por el favor del traje.

—No es nada, jovencito —dijo el anciano, quitándole importancia—. ¿Viajaras solo?

—Sí, por un tiempo al menos.

Su afirmación sería puesta a prueba, demostrándole que la providencia no siempre está de acuerdo con las decisiones que uno toma. Quizás la providencia de aquél mundo tenía por objetivo estar en su contra todo el tiempo.

Se escuchó un gran alboroto cerca de la fuente. Kouta y el señor Genar notaron un revuelo, así que se dirigieron allí para ver de qué se trataba.

—¿A dónde crees que vas? —gritaba una voz, furiosa.

—¡Suéltame, hermano!

El hermano de Odette, está vez respaldado por tres chicos mal encarados, sujetaba con bastante fuerza a la chica por una muñeca, jaloneándola con violencia. Antes de que la chica puede decir una palabra más, le dio un bofetón que la arrojó al suelo. Los compañeros del tipo, rieron ante la "hazaña" de su cabecilla.

—¡No te vas a ir del pueblo! —le dijo el hermano, con una sonrisa descompuesta—. ¿¡Escuchaste!? ¡Jamás dejaras el pueblo!

—Pero, hermano. —las lágrimas se dibujaron en el rostro de la chica—. Mamá siempre decía qué...

—¿A mí que me importa lo que dijera la vieja? —interrumpió el chico, dándole otra bofetada—. Ya está muerta, ¿no?

—Hermano, por favor, por favor... — era todo lo que puede decir, entre sollozos.

Kouta entendió a medias la situación.

De seguro la muy idiota había ido a despedirse de su hermano o algo así, informándole que lo dejaría. No hacía falta ser un genio para sacar aquella deducción, después de todo hasta él podía sospecharlo.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora