Capítulo 25: Momento de un último empujón (2)

52 5 52
                                    

Parte 2


Estando cerca de las colindancias del bosque con el valle, Felt permanecía impasible, apoyando ambas manos sobre su mandoble. Por mucho que lo había intentado, su compañero había sido tan testarudo como para negarse a cambiar su estúpido plan.

«—Recuerda, Felt —había dicho antes de separarse—, si notamos un indicio de Liebert escaparemos tratando de causar una distracción, ¿entendido?»

Tonterías, estaba seguro que el chico ciego sería el último en hacer caso de su propia recomendación. Si Liebert aparecía ella no iba a escapar, pelearía hasta el final con el único propósito de mantenerlo alejado de los herederos de Azelleb.

«—Lo mejor que nos puede pasar es que solo vengan esos inútiles que tiene a su cargo. Trata de ganar rápido y luego vete con los demás al puerto.»

¿Y dejarlo abandonado a él? No, ella no abandonaría a nadie, no perdería a más gente aquél día. Se preguntaba porque a Kenji se le había ocurrido un plan tan tonto y sin sentido. De cualquier modo, ¿cuál habría sido el plan que hubiese propuesto Kouta?

—Hombres —se quejó consigo misma—. ¿Es qué no tienen sentido común?

Tensó su cuerpo al escuchar algo pesado acercarse por sobre los árboles. Tal como su compañero había predicho, los asesinos se habían dividido para seguir distintos caminos. Sin Liebert, sin Diot o Zargas: únicamente el arachne Kumo estaba ante ella, sobre la copa de un árbol, observándola con una sonrisa nerviosa.

—Qué mal —dijo la elfa, sonriendo— hasta aquí llegas.

—¿Es en serio? —preguntó Kumo en tono burlón—. ¿Solo tú te apostaste aquí? Nos subestiman, elfa.

—No se necesita más gente para tipos de tu nivel.

—Sí... para ti somos escoria —El arachne miró de reojo el mandoble de la chica—. Sin duda tu arma es poderosa, pero de nada sirve si no puedes tocarme con ella.

Para demostrar sus palabras, Kumo comenzó a saltar entre las copas de los árboles sin detenerse. No solo estaba tratando de desconcertar a la elfa, pues no tenía problemas en atacar con su arco y flechas durante el movimiento.

A la cabeza.

A las rodillas.

Por la espalda.

Felt blandió su arma en todas direcciones, concentrándose en bloquear los proyectiles. Su arma era pesada y aunque tenía la fuerza para blandirla, producto de años de entrenamiento, poco podía hacer si era atacada de tantos flancos a la vez.

Pero no hizo nada por voltear las tornas. Un usuario de arco dependía del número de flechas que tenía a disposición, y cuando estas se agotasen ella tendría su oportunidad de contraataque.

—¿Qué pasa, elfa? —preguntó el arachne mientras tomaba hasta tres flechas del carcaj—. ¿No eres capaz de pelear así?

Al estómago.

A los brazos.

Directo al corazón.

No sentía ningún cansancio, no era el momento para flaquear. Los ataques continuaban y ella simplemente bloqueaba flecha tras otra, atenta al cese de los ataques.

Pero estos continuaron de manera ininterrumpida, como si el carcaj nunca fuese a vaciarse. Felt prestó especial atención en el portador de flechas que el arachne llevaba atado. Era difícil ver con atención, pues su oponente no se quedaba quieto por más de un segundo.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora