Capítulo 16: El peligro no se puede evitar

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Kouta recorría los pasillos del castillo, sintiéndose miserable. Sus oídos no se habían recuperado del todo, además de estar sufriendo una terrible jaqueca. Pensaba que su compañera, Odette, había cruzado la línea esta vez. Había sido duro levantarse en plena madrugada, descubriendo que se encontraba en el frío jardín.

Shizuka, la causante de sus males, caminaba a su lado, mirándolo con aquél rostro incómodamente inexpresivo. Ella era la única que había estado a su lado durante el momento de despertar, como una pequeña muestra de solidaridad. Con ellos también iba su siempre fiel e incondicional compañera Felt, quien rebozaba mucha alegría el día de hoy.

—Debo decir que de no haber estado durmiendo cuando ocurrió todo —dice la elfa con gesto teatral—. Yo hubiese detenido a la bella Odette... ¡Y te hubiese felicitado por tus agallas, Kouta!

—Cierra la maldita boca —pidió Kouta. No estaba de humor para nada.

—Pero es la verdad —Felt se estremeció, con una sonrisa de paz—. Una velada con una chica en la misma cama es mi más grande sueño... Y tú casi lo cumples, Kouta. Es sorprendente.

—Más sorprendente es que seas la única que no despertó —terció Shizuka, inexpresiva—. El grito despertó al castillo en pleno. ¿No te da vergüenza, Kouta idiota?

—¡Tú ocasionaste todo! —espetó el chico, apretando los dientes.

Detuvieron la charla al notar que la pequeña princesa Safina se acercaba por el pasillo. Les sonrío con una extraña expresión de lastima hacia Kouta.

Con ella venían una molesta Odette, con cachetes inflados y porte singularmente altivo; así como un anciano. De bigote prominente y un cabello asombrosamente blanco, dicho anciano no era otro que el mayordomo de Safina, a quien también habían salvado en el valle.

—Kouta —Safina corrió hacia él, muy feliz—. Alfred finamente despertó.

—Que bien...

La manera tan fría de responder del chico escandalizó a Felt. La elfa había sido criada de tal forma que aprendió a guardar el máximo respeto a figuras como la princesa de un reino. Pero antes de que pudiese replicar, el mayordomo se adelantó haciendo una pequeña reverencia.

—Alfred Higgins, un placer, valiente viajero —se presentó el anciano, con voz grave.

—Un gusto, supongo —respondió Kouta, vacilante—. Mi nombre es Kouta Muranushi.

—¡Mucho gusto! —su compañera Felt saludó con más ímpetu—. ¡Faylinnesse Von Astrea!

—... Shizuka Souji... —dijo la chica caballo con voz inexpresiva, mientras miraba hacia otro lado. Era más como si estuviese aburrida.

—Siento que nuestras presentaciones se hayan aplazado —se disculpó Alfred—. Gracias por ayudarnos. Y perdón por arrojarte el florete, jovencito.

—Eso no importa —Kouta bajó la voz y añadió—: Es una lástima no haber muerto entonces.

Recibió un pisotón de parte de Shizuka, provocándole un agudo dolor en el pie, el cual se sumó al dolor de la cabeza. Lagrimeando, siguió a los demás por el pasillo hacia el gran comedor. Miró en dirección a Odette, la chica de la caja sencillamente evadía toda mirada suya.

Fue a medio camino cuando Safina comentó que la completa recuperación de Alfred tomaría de tres a cuatro días, pues el mayordomo aun cojeaba al andar.

—Disculpe, princesa —Shizuka vaciló un poco—. En estos momentos estoy falta de un arma. Quisiera saber si...

—Descuida, Shizuka —la princesa sonrió con dulzura—. Como parte de la recompensa tendrán a su disposición lo que necesiten. Mi hermano dijo que había hablado de eso con el rey Esteban.

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora