Capítulo 14: Caballo inexpresivo (1)

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Parte 1

Tras casi media hora de espionaje en aquel callejón, fue imposible para Kouta no sentirse preocupado. Aún no había señales de sus compañeros y eso le daba mala espina. No pensaba que estuviesen en problemas, pero temía que se atreviesen a meterse en alguna situación que pudiera ponerlos en peligro... y meterlo a él en el asunto.

—Oye, ¿de verdad rescataron a una princesa? —preguntó el limo, espiando junto a él.

—Sí, ya te dije que sí mil veces —replicó Kouta, exasperado.

—Impresionante —el limo mostraba una ancha sonrisa—. Quizá no seas un idiota debilucho como pensé.

—Tengo una suerte que no sé si es buena o mala —respondió Kouta sin prestarle atención—. Necesito entrar al castillo.

El limo observó la preocupación en el rostro del chico. Se llevó una mano a la barbilla, pensando. Aquel pequeñín no parecía la gran cosa, si hablaba con franqueza, pero parecía tener una habilidad natural para rodearse de personas y situaciones interesantes. Podría ser bueno relacionarse con él.

—Muy bien, chico, vamos a entrar.

—¿Eh? ¿Puedes hacer eso?

—Sígueme.

El limo lo condujo un poco más al fondo de aquel callejón donde la gente al parecer evitaba pasar. Kouta dudó al principio, pero realmente necesitaba averiguar que había sido de sus compañeros, así que terminó siguiéndolo. Aproximadamente a la mitad del estrecho camino había una serie de balcones, los cuales el limo usó para subir, saltando de uno en uno.

—¿Puedes seguirme, enano?

La escena en donde Kouta estaba encima de un enrejado que delimitaba un bosque, haciéndole una pregunta similar a su compañero, Hideo, llegó a su cabeza.

—Claro que sí —dijo el chico, un poco molesto—, y mi nombre es Kouta.

—Ya veo, entonces Kouta —el limo se inclinó un poco mientras lo esperaba a medio camino—, puedes llamarme Zarc.

—¿Zarc?

—Ese es mi nombre —el limo lo miró con aire retador—. ¿Puedes subir o no?

Kouta se concentró unos momentos, reforzando su cuerpo. Comienza a saltar de balcón en balcón, rezando porque nadie los notara. Ver a alguien realizando tan sospechosas accionas seguramente no podría terminar de otra forma que no fuera ser acusados de intento de robo o algo parecido. Continuaron subiendo hasta llegar a lo alto de aquella edificación. Desde allí podían ver mejor toda la fachada del castillo.

—¿Y bien? —Kouta se acercó hasta la orilla, mirando a los guardias de la entrada—. ¿Cuál es la idea?

—Saltaremos.

No pudo siquiera pensar.

Kouta fue aprisionado por Zarc, viéndose obligado a subir a su espalda, donde sus piernas y brazos se hundieron en su viscosidad. Trató de liberarse, sin lograrlo. Zarc se sujetó con ambas manos a la orilla del tejado para comenzar a estirarse hacia atrás, como una gran resortera.

—¡Espera, Zarc, bájame! —gritó Kouta, aterrado.

—Silencio, nos escucharán.

—¡Esto es una mala idea!

Sus gritos fueron tan agudos que llegaron a oídos de los guardias del portón principal. Al ver al limo tratando de allanar el castillo se apresuraron a entrar, dando voz de alerta.

—Ya saben que saltaremos —comentó Zarc— gracias por gritar.

—¡No vamos a saltar! —dijo Kouta, tratando de liberarse—. ¡Bájame!

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora