Capítulo 19: La amenaza del valle

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Lumínica, una isla de relativamente pequeño tamaño, era considerada como todo un continente en Hanazonoland. Las tierras aquí eran las más alejadas del frente de combate, donde los caballeros enfrentaban a los ejércitos de la Reina Oscura. Por esto mismo, cualquiera diría que era el lugar más seguro para vivir.

El gran valle de Lumínica ofrecía un paraje extenso, hermoso, con grandes pastizales y campos de flores hasta donde la vista podía alcanzar.

Al este de dicho valle se encontraban los vastos bosques de Rupet, extendiendo sus dominios hasta la costa. Rupet era el hogar de criaturas básicas como los bagof o los limos, pero también de seres más inteligentes como los Usags, las babosas, las manticoras y, sobre todo, las Harpies, quienes se consideraban las dueñas del territorio.

En sentido opuesto, a varios kilómetros de distancia, las montañas rocosas imponían su presencia. No había mucha vegetación por aquellos rubros y, por lo tanto, no muchas criaturas dignas de mención. No obstante, de vez en cuando, algunos wyverns pequeños podían ser avistados, siendo buenas noticias para los cazadores.

Al sur, antes de llegar a los confines de las montañas nevadas, comenzaban los territorios del reino de Lumínica, del rey Esteban D. la Ponce. Pasando por los bosques sin nombre, atravesando docenas de asentamientos pequeños —entre los cuales destacaba Berna—, en dirección al norte, los territorios reales terminaban con el puerto de Lumínica.

Era a este último hacia donde Kouta Muranushi, formando parte de una escolta, se dirigía. Su misión: asegurarse de la llegada de los príncipes del reino Azelleb al encuentro con Ryuuta, el caballero más fuerte de su nación.

El carruaje en donde la princesa Safina, Alfred y Chikara viajaban se había situado en medio. El mandoble perdido, Felt y la chica Odette viajaban vigilando la retaguardia; Zarc, con el tamaño de una pelota, se mantenía atento encima del carruaje. A su vez, Kenji alternaba entre la izquierda y derecha, divirtiéndose de lo lindo con su montura.

Alrededor de ellos, los ocho caballeros de Azelleb formaban un círculo a una distancia considerable. Anthony, el aventurero más fuerte del gremio, viajaba junto a ellos, mientras que Gaspar, el comandante a cargo de la guardia real de Lumínica, mantenía el paso del Príncipe Lyon.

Negándose a viajar protegido en la carroza, el príncipe había tomado la delantera en un brioso corcel.

Toda la escolta formaba una sólida defensa alrededor de la carroza, aunque su avance era más bien lento. El príncipe Lyon y Gaspar viajaban varios metros por delante de toda la barricada. Y, en medio de estos dos grupos, dos personas viajaban sobre una montura azabache.

Una de aquellas personas, era una chica de piel tostada con un poco de sangre de centauro en las venas. Las únicas señas de esta condición eran sus largas orejas que sobresalían de su cabeza y, quizás, su tendencia a mantener una expresión neutra.

El otro, viajando en ancas, no era otro que el malhumorado Kouta Muranushi. El viaje para él era incómodo. El trasero le dolía, las piernas se le engarrotaban, y la espalda le incomodaba.

Viajar en su propia montura hubiera sido mejor, pero este era el precio a pagar por carecer de aptitudes para jinetear. El sol en lo alto se sumaba a sus molestias, provocándole una gran sed que trataba de saciar tomando agua de una bolsa de cuero.

—¿Quieres dejar de beber tanta agua? —lo reprendió Shizuka, con voz inexpresiva—. Ya van tres veces que debemos romper filas para que vayas al baño.

—Viajar así es un asco —se quejó el chico.

—¿Con esa actitud piensas viajar por el mundo? Viajaran a Grauldius después de esto, ¿no es cierto?

Hanazonoland: La búsqueda de la heredera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora